Una nueva columna de opinión del Farm. Inspector Huber Balzola que recorre la provincia con una nuevo concepto de Inspecciones Educativas a las farmacias. Buscando relacionar la inspección con formación, más que con castigo. De acuerdo al Diccionario de la RAE:
inspección.
(Del lat. inspectĭo, -ōnis).
1. f. Acción y efecto de inspeccionar.
2. f. Cargo y cuidado de velar por algo.
~ ocular.
1. f. Der. Examen que hace el juez por sí mismo, y en ocasiones con asistencia de los interesados y de peritos o testigos, de un lugar o de una cosa, para hacer constar en acta o diligencia los resultados de sus observaciones.
Por el Farm. Huber Balzola*
(hbalzola@colfarma.org.ar)
Una de mis principales preocupaciones al momento de enfrentar la inspección de una farmacia privada radica en poder transmitir al colega el carácter preponderantemente instructivo de la misma.
Suele ocurrir que en una primera instancia, durante lo que podríamos llamar la “presentación de la inspección”, el colega se manifieste algo incómodo. Esta incomodidad inicial es perfectamente entendible. Efectivamente, el farmacéutico de oficina está hoy “tapado de trabajo”; y es que la carga administrativa que hoy se suma a la nada soslayable responsabilidad que la dispensación y la custodia del medicamento siempre ha exigido, genera en el colega la (no siempre exacta) sensación de “estar incumpliendo con algo”.
Ese “algo” suele aparecer como un elemento abstracto, innominado. Es un “algo”, no se sabe bien qué, que al farmacéutico le falta, haciéndolo objeto de las más estrictas sanciones.
Muchas veces, en efecto, al farmacéutico le falta cumplir con “ALGO”, concreto, rotundo, cuyo defecto puede conspirar con el correcto desempeño de la profesión… e inclusive atentar contra la salud de la población. Pero en general, estos “ALGO” escritos así, con mayúsculas, obedecen a falencias concretas, al no cumplimiento de requisitos que ningún colega puede desconocer.
Digo, por ejemplo: ningún farmacéutico, puede desconocer la necesidad de cumplir con el servicio de turnos, estar presente en su farmacia, o asegurar la cadena de frío en el caso de los medicamentos que así lo requieren, etc. No hace falta una inspección con ribetes educativos para que el farmacéutico sepa que debe cumplir si o si con estos “ALGO”; y, por extensión, su incumplimiento es inexcusable.
No es a estos “ALGO” –así escritos: con mayúsculas- a los que quiero referirme. Quiero referirme a esos otros “algo”, más pequeños.
Hablo de aquellos ítems o exigencias sobre los cuales gravitan otras cuestiones, cuestiones que pueden –¡y deben!- corregirse pero que no implican un peligro inminente para la población o para el decoroso desempeño profesional.
No pretendo, por supuesto, quitar un ápice de importancia a ninguno de los requisitos que la ley, la ética y el sentido común nos imponen; por supuesto que todos ellos deben ser satisfechos en tiempo y forma para asegurar un servicio de excelencia.
Pretendo desdramatizar la inspección que nuestra Institución plantea.
Mi misión no es visitarlo para descubrir ese “algo” con lo que usted incumple y así poder dirigir mi dedo acusador hacia su persona.
Obviamente mi misión no es esa. La idea no es que usted y yo nos liemos en un duelo de ingenio para ver quién es el más hábil, si usted escondiéndome el “algo”, o yo buceando en los rincones más oscuros de su Oficina para sacarlo a la luz.
La idea es que, usted y yo, trabajando juntos, podamos realizar una labor que sirva para hacer un relevamiento lo más objetivo posible de las fortalezas y debilidades de la Farmacia que está bajo su dirección. La idea es que yo pueda acercarle las expectativas que la Institución tiene, para que usted pueda reafirmarse en sus fortalezas, y tomar las medidas convenientes para robustecerse en otros aspectos.
Espero poder transmitir esto con éxito y ser eficaz al ofrecerle otro camino que le evite caer en incumplimientos por desconocimiento de algún punto de la ley.
Deseo que mi aporte sea lo suficientemente valioso como para justificar distraerlo de su atareadísima función cotidiana, sin que esto resulte enojoso o molesto.
* El Farm. Huber Balzola es inspector del CFPBA y desde hace meses recorre las farmacias bonaerenses en las nuevas inspecciones educativas.