Mediante nuevos tratamientos farmacológicos y personalizados, será posible estimular al sistema inmune para que enfrente a los tumores.
El cuerpo humano viene con su propio ejército defensivo contra la amenaza de virus, hongos y bacterias. Se trata del sistema inmune, compuesto por células y moléculas que también pueden ser útiles para que el mismo organismo se proteja contra los diferentes tipos de cáncer.
Pero existen terapias que lo potencian para que el combate sea más eficaz. “Para los próximos 20 años se espera un aumento en la sobrevida y de la calidad de vida de los pacientes con cáncer a partir de una nueva era en el desarrollo de las imnunoterapias”, comenta a Clarín Gabriel Rabinovich, investigador superior delInstituto de Biología y Medicina Experimental del Conicet, profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, y reconocido con el prestigioso premio Fundación Bunge y Born por su trayectoria. Las inmunoterapias son tratamientos que estimulan al sistema inmune para que enfrente a los tumores.
Como se originan en los mismos tejidos del cuerpo, las células cancerosas pueden engañar al sistema inmune que no las percibe como una amenaza. Las diferentes estrategias de inmunoterapias que están en desarrollo en laboratorios públicos y privados de varios países ampliarán la batería de herramientas para hacer que el propio sistema de defensas actúe contra las células cancerosas. Se podrían usar solas o combinadas con los tratamientos estándares como quimioterapias, radioterapias y cirugías, según cada tipo de tumor y la situación particular de cada paciente.
Una de las estrategias más prometedoras tiene en cuenta que el sistema inmune posee “puntos de control inhibitorios”. Son como frenos que hacen que el sistema inmune actúe contra una amenaza y se desacelere cuando ya no es necesario. Pero cuando hay enfermedad, las células cancerosas se aprovechan de esos “puntos de control” e inhiben a las células del sistema inmune. De esta manera, consiguen que los tumores crezcan e invadan otros órganos sin que sean eliminados por el sistema de defensas. Para contrarrestar a esos mecanismos, se han desarrollado fármacos que bloquean a los “puntos de control inhibitorios”.
Funcionan como liberadores de los frenos que tiene el sistema inmune. Tras evaluar los resultados de ensayos clínicos con voluntarios, la agencia sanitaria de los Estados Unidos y la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) de Argentina ya aprobaron el uso del inhibidor “ipilimumab” para tratar el cáncer de piel más agresivo, el melanoma, en estadio avanzado.
Ese medicamento actúa contra el punto de control llamado CTLA-4. También en EE.UU. le dieron luz verde a las drogas “pembrolizumab” para melanoma avanzado y “nivolumab” para un tipo de cáncer de pulmón. Los dos apuntan a otro punto de control (llamado PD-1) que está en la superficie de las células defensoras, los linfocitos T. Al ser administrados, los fármacos bloquean la conexión negativa entre los linfocitos y una parte de las células cancerosas, y así el sistema inmune puede actuar. En el futuro, habrá más opciones de inhibidores y serán útiles para tratar más cánceres. Más de 135 ensayos clínicos que se están llevando a cabo en el mundo evalúan la eficacia y la seguridad de la aplicación de inhibidores y sus combinaciones con otros tipos de tratamientos. “También se están buscando nuevos puntos de control inmunológicos y fármacos que puedan bloquearlos”, comenta Rabinovich, quien descubrió en la Argentina el mecanismo de acción de una proteína, llamada galectina-1, que juega un rol importante en el escape de los tumores frente al ataque del sistema inmune. “El futuro es la inmunoterapia personalizada: los pacientes recibirán los tratamientos, pero se hará un monitoreo para detectar a tiempo los mecanismos de escape de los tumores. Así, los tratamientos podrían ir cambiando”, anticipa el científico.
Otra de las estrategias en estudio se llama “transferencia adoptiva de linfocitos T”. Colectará linfocitos del sistema inmune del paciente con cáncer. Luego, en el laboratorio, los linfocitos serán modificados para que puedan reconocer a las células cancerosas como blancos contra los cuales disparar. Los linfocitos se transformarán con “receptores quiméricos de antígeno”, y se reintroducirán en el paciente.
Cuando estén en el cuerpo, los linfocitos se ligarán a las células cancerosas y las podrán destruir: la sobrevida del paciente sería mayor. Esta estrategia se estudia hoy para leucemias, linfomas, melanoma y neuroblastomas. π
En 2035, dentro de 20 años, se espera un aumento en la sobrevida y calidad de vida de los pacientes con cáncer. Es porque, según calculan los expertos, ahora está empezando una nueva era en el desarrollo de las inmunoterapias.