Productos a dispensar en la farmacia y Servicio Farmacéutico.

Días atrás y a propósito de la Resolución 1632/2013 del Ministerio de Salud de la Nación, comenzó un extenso debate sobre cuales son los productos que deben dispensarse en las farmacias.

El Colegio de Farmacéuticos de la Provincia en el año 2012 publicó una nota (Boletín Farmacéutico Bonaerense 412, página 7) donde claramente marca la posición de nuestra entidad respecto al modelo que propicia e impulsa en nuestra provincia.

por Isabel Reinoso

Seguidamente recordamos los conceptos vertidos allí y recomendamos la lectura de la nota principal “La Etica de nuestras Farmacias: educar para prevenir”.

bfb412

Desde hace años, existen en el mundo dos modelos de Farmacia en pugna.

Por un lado se tiende al modelo que llamaríamos “Farmacia Profesional”.

En línea con esta concepción se afirma que la Farmacia no es un comercio, sino la oficina de trabajo de un profesional universitario especializado en la administración de los medicamentos (los que, por otro lado, son un bien social –art. 36 inc. 8 de la Constitución Provincial-).

En oposición a este modelo, se impone en algunas latitudes el modelo de “Farmacia-Shopping”.

Desde esta concepción se realiza una lectura preponderantemente comercial de esta actividad, en la cual el medicamento es leído poco más que como un bien de mercado. Se tiende a un modelo de establecimiento farmacéutico en el cual el medicamento es sólo un item más, viéndose forzado a convivir con otros bienes de mercado (golosinas, gafas de sol, accesorios varios, juguetes…), todo en aras de procurar una ecuación económica satisfactoria.

Nuestra institución, por motivos obvios, se identifica con el primero de estos modelos.

El modelo de la Farmacia Profesional.

El incorporar a nuestras farmacias otros rubros ajenos al manejo del medicamento implica alejarnos del modelo propuesto. Al hacerlo se corre el riesgo de despersonalizar el servicio que nuestra oficina presta. Como resultado, la figura del profesional se ve desdibujada, toda vez que en repetidas ocasiones a lo largo de cada jornada el colega se ve forzado a apartarse de la tarea para la cual se ha formado, meramente con el fin de abocarse a la venta de otros artículos “accesorios” o, lo que quizá sea peor, se ve forzado a derivar a quien lo consulta a dependientes (probablemente más eficaces que él en lo que respecta a “accesorios”).

En suma. El incorporar a la Farmacia artículos alejados del arte de curar, aunque a primera vista pueda ser interpretado por el farmacéutico como una fuente extra de ingresos que tal vez le ayude a paliar una situación económica coyunturalmente difícil, terminará perjudicándolo ya que aleja a la Farmacia de su lugar como un Servicio de Utilidad Pública.

De la misma manera, los servicios que sí debe prestar una oficina farmacéutica en la provincia de Buenos Aires son los relacionados con el quehacer farmacéutico (aplicación de inyecciones, toma de la tensión arterial, etc.). Encontrándose reñido con el modelo que sustentamos le servicio de cobro de facturas, el correo, la carga de celulares… y otros que tampoco tienen relación con el arte de curar.

Al hacerlo se corre el riesgo de despersonalizar el servicio que nuestra oficina presta Como resultado, la figura del profesional se ve desdibujada. El incorporar a la Farmacia artículos alejados del arte de curar, aunque a primera vista pueda ser interpretado por el farmacéutico como una fuente extra de ingresos que quizá le ayude a paliar una situación económica difícil, terminará perjudicándolo ya que aleja a la Farmacia de su lugar como un Servicio de Utilidad Pública.

Nuestro colegio agradece a cada uno de los farmacéuticos que contribuyen con sus practicas individuales al fortalecimiento y sustentabilidad del modelo que sin dudas garantizara el servicio y la salud de la población bonaerense.