Una vez más cobró actualidad el tema de la automedicación, referido en este caso específico al consumo de psicofármacos, tal como surge de un informe del Indec según el cual la industria farmacéutica incrementó notablemente sus ventas en el tercer trimestre del año por la demanda de medicamentos del sistema nervioso. Se trata, por cierto, de una tendencia que va en continuo crecimiento en el país -que abarca a todo el espectro de medicamentos y al mal uso que se hace de ellos – en una situación que debiera alertar por los peligros inherentes a esos hábitos, tan arraigados en distintas franjas de la sociedad.
Tal como se detalló en el informe publicado en este diario, que reflejó testimonios y advertencias de distintas fuentes médicas, las exigencias emocionales, los problemas laborales, las inseguridades y ahora el típico estrés de fin de año inducen a que mucha gente suponga que puede recurrir, sin consulta, al consumo de alguna pastilla. Lo concreto es que el consumo y venta de psicofármacos se han incrementado de manera alarmante.
Además de ofrecer explicaciones sobre los motivos que inducen a mucha gente a automedicarse, los especialistas aludieron también al más fácil acceso a los psicofármacos que existe actualmente, pues muchos de ellos pueden adquirirse sin recetas. No poca gente consume ansiolíticos suponiendo que sólo son pastillas que ayudan a conciliar el sueño y lo hace desde hace tiempo, atraídos ya por un proceso de tipo adictivo. Las fuentes médicas pusieron de relieve que, de hecho, en nuestro país, tres de cada cuatro habitantes se automedican.
El problema cobra especial dimensión si se tiene en cuenta que el mal uso de medicamentos provoca unas 100 mil internaciones por año y que, por ese mismo motivo, la automedicación se cobra unas 21.800 vidas por año.
En el caso genérico de los antibióticos, quedó establecido hace dos años que casi la mitad de la población del Conurbano bonaerense se automedicaba, en una situación que no sólo no se revirtió sino que se habría agudizado últimamente. No haría falta señalar lo especialmente riesgosa que resulta la automedicación cuando son antibióticos los medicamentos autoprescriptos. Se sabe que esta situación ha derivado en una alerta a nivel mundial sobre el uso irracional, excesivo y equivocado de los medicamentos con fuertes contraindicaciones.
El uso abusivo de sedantes o estimulantes sin prescripción médica, el hábito de recurrir en forma automática a drogas alguna vez recetadas, con prescindencia del método y las restricciones indicadas por los facultativos, deriva en excesos sumamente riesgosos. Está claro que, sólo a partir de nociones fuertemente arraigadas, existe la posibilidad de que se reviertan tendencias que ya están incorporadas a la vida cotidiana y que, en gran medida, son fomentadas por algunas propagandas que debieran ser controladas y equilibradas por algo más que el formulismo que recomienda consultar a su médico.