Cada vez gente más joven consume píldoras, ya sea por trastornos de sueño o estrés. Especialistas de la salud argumentan los motivos de esta tendencia y advierten de las consecuencias a largo plazo. La alternativa a la medicación: ejercicio físico y dieta saludable.
Quiere dejarlas. No es fácil. De a poco, va creando una dependencia física y psicológica. Marcos tiene 32 años, está terminando la carrera de Abogacía en los horarios que puede, ya que de lunes a sábado trabaja en un estudio jurídico. La idea es adquirir experiencia. El reloj es ingrato. Entre papeles, libros y borradores, Marcos no hace tiempo ni siquiera para una caminata. Ni hablar de comer sano y tranquilo.
Llega la noche y su mente es una montaña rusa. Su cuerpo le pide paz pero el cerebro ofrece resistencia. Entonces la única manera de conciliar el sueño es con la pastilla salvadora. Esa que el médico le recetó para situaciones excepcionales, pero él la incluyó en su cotidianeidad.
Marcos es uno de los tantos que integra la generación pastilla. Hombres y mujeres, por lo general jóvenes que se medican con ansiolíticos y/o antidepresivos, por nombrar algunos.
El Territorio relevó las voces de los especialistas de la salud que advierten sobre este fenómeno y las consecuencias a largo plazo que pueden acarrear las pastillas. El denominador común entre los consultados es que las dolencias que requieren dicha medicación son típicas del mundo urbano. Estrés, insomnio, trastornos de sueño, depresión, etcétera, son enfermedades de la ciudad.
“Esto se da porque la gente cree en lo mágico. Siempre creyó en lo mágico el ser humano, antes los payeseros, los que hacían de médico en las tribus. Y en la actualidad la gente cree que con una pastilla soluciona sus problemas mentales y físicos. Sino basta con pararse en una farmacia y ver las cosas que se compran: anti-inflamatorio, algo para el sueño, algunas vitaminas, algo que les levante el ánimo y algo que les haga dormir. Se han medicalizado las situaciones comunes de la vida” argumenta Luis Flores, presidente del Colegio Médico de Misiones.
“La ingesta de estas pastillas pueden tapar alguna enfermedad y el médico se ve imposibilitado de realizar un diagnóstico”, menciona Flores como uno de los riesgos.
Por su parte, el psiquiatra Raúl Colombo advirtió que la masividad del consumo de sedantes es cosa seria y apuntó a la facilidad del acceso para la automedicación y a los médicos.
“La mayoría de los cuadros en que la persona toma por insomnio tienen que ver con una depresión encubierta, si el médico receta ansiolíticos no está tratando el problema y en un caso extremo la persona puede llegar a atentar contra su vida”.
Y analizó que “el médico tiene que tomar conciencia, es importante hacer el diágnostico, tal vez medicar para calmar la angustia, pero después derivar a un especialista psiquiatra, psicólogo, para que pueda hacer un seguimiento correcto y que la persona no quede medicada de forma crónica con esta clase de drogas, porque no es lo correcto”.
Ponderó que “felizmente hay cada vez más médicos que toman en cuenta la salud mental y que derivan al especialista; si bien la psiquiatría sigue siendo un tabú, eso está cambiando porque sin un tratamiento adecuado la gente llega al consultorio con 10 o 15 años de sufrimiento, con insomnio con dolores crónicos, con dolores musculares, molestias generales y son los ‘maratonistas de médicos’ porque recorrieron todos los consultorios y no le encuentran nada, hasta van al curandero y de última van al psicólogo o al psiquiatra”.
La época del año también influye, de alguna manera, en que esta tendencia a tomar pastillas se haga más evidente.
La finalización del ciclo supone una instancia de balances, en la cual se evalúan estrictamente los resultados más que el esfuerzo. En ese sentido, Natalia Rodríguez, presidente del Colegio de Farmacéuticos de Misiones, hizo hincapié en que en estos meses se impone la venta de vitaminas o suplementos vitamínicos.
Desde el Ministerio de Salud de la Nación, Erika Grinblat, gerente de Logística y Gestión de Medicamentos del Programa Remediar, afirmó: “Está claro que vivimos en una sociedad medicalizada, donde se cree que una pastilla puede solucionarnos cualquier problema en forma casi instantánea” Asimismo, una encuesta realizada por este matutino a diferentes farmacias de Posadas, lanzó un dato no menos interesante: Las personas requieren cada vez con más frecuencia energizantes.
Y si bien se acentúa en la temporada de las fiestas de fin de año, desde las farmacias confirman que los ansiolíticos y tranquilizantes son pedidos durante todo el año.
“Hay un aumento en la compra de psicotrópicos y antidepresivos que antes no se utilizaban tanto, o por lo menos no se consumía con los niveles de hoy y en gente cada vez más joven”, afirmaron desde las farmacias del centro posadeño.
Hay quienes incursionaron en la solución mágica, como lo definió el médico Flores, y desertaron de ese camino por las alteraciones que causaba al cuerpo.
“Los médicos me remarcaron la importancia de la dieta y el ejercicio físico siempre. Y me explicaron que los medicamentos eran paliativos para algunos días y en dosis muy leves, hasta que encuentre un equilibrio para descansar mejor”, comenta Julián, que durante un par de años ingirió diferentes medicamentos para dormir y manejar su estrés. Tiempo después, entendió que el secreto estaba en sí mismo, no en la píldora.