La Presión sistóltica alta, un riesgo para el adulto mayor

 
 
 

La hipertensión arterial es una condición crónica que padece alrededor de un tercio de la población argentina adulta –gran parte sin saberlo–y se diagnostica cuando los valores de presión arterial sistólica y diastólica, conocidos masivamente como “máxima” y “mínima”, respectivamente, superan la marca de 140 y 90 milímetros de mercurio (mmHg). Es una enfermedad crónica y un “asesino silencioso”, porque es una de las principales causas de infarto de miocardio, ACV e insuficiencia renal crónica sin dar síntomas previos, y está relacionada íntimamente con el deterioro cognitivo en la vejez, la diabetes, las apneas del sueño y otros trastornos de la salud.

 

Sin embargo, estudios poblacionales hechos en otros países mostraron que, en los adultos mayores, también son de temer los valores de presión sistólica por encima de 140 mmHg, aun cuando la presión diastólica sea normal. El famoso estudio Framingham, en el que se realiza el seguimiento de toda la población de una localidad estadounidense a través de los años, revela que en las personas mayores de 60 años, la presión sistólica alta servía por sí sola para predecir con un 94% de exactitud el diagnóstico de hipertensión arterial, mientras que con la presión diastólica la correlación (es decir, el poder predictivo) no alcanza a los dos tercios de la población.

Esto, según el estudio de Framingham, es más frecuente en las mujeres, ya que un 65% de ellas padece esta condición a la edad de 65 años; aunque a los 75, las tres cuartas partes de la oblación (hombres y mujeres) tiene hipertensión arterial sistólica alta.

¿Por qué existe riesgo aun cuando la presión diastólica sea normal? Según explica el doctor Luis María Pupi, médico cardiólogo y presidente de la Sociedad de Cardiología de Buenos Aires (SOCBA), el riesgo es mayor justamente cuando la diastólica es normal o incluso más baja, es decir: cuanto mayor sea la diferencia entre los valores de “máxima” y de “mínima” –diferencia a la que los especialistas llaman “presión de pulso”–, mayor es el riesgo para la persona anciana.

“Esto sucede porque la diferencia entre esos valores indica el grado de rigidez de las arterias de la persona”, apunta el doctor Pupi, quien preside además el Segundo Week-End Internacional de Hipertensión Arterial que se realizará en el Hotel Panamericano de la ciudad de Buenos Aires los días 16 y 17 de noviembre de 2012, organizado conjuntamente por SOCBA y la Sociedad de Cardiología de Corrientes (SOCACORR), ambas entidades nucleadas en la Federación Argentina de Cardiología (FAC).

“La presión arterial sistólica alta tiene un valor predictivo del 93 por ciento para eventos cardiovasculares”, aseguró el doctor Pupi, lo cual implicaría 20 puntos más de importancia que considerar la presión diastólica, “especialmente a partir de los 53 años de edad”.

Los relevamientos poblacionales indican además que, a diferencia de la presión sistólica que siempre tiende a aumentar a medida que se avanza en edad, la presión diastólica tiende justamente a bajar a partir de los 50 años de edad, con lo que la diferencia que marca la presión de pulso –y por lo tanto, el grado de riesgo– es cada vez mayor.

Según el especialista, la presión sistólica puede ser controlada mediante tratamientos farmacológicos específicos, ya que hay varias combinaciones disponibles; y por otra parte, “una medida no farmacológica que suele ser muy eficaz en las personas de mayor edad es la de reducir el consumo de sal en las comidas, porque en ellas la presión sistólica suele ser muy sodio-dependiente”.

La hipertensión arterial en los adultos mayores

El doctor Pupi advierte que es un error común el pensar que es “normal” que las personas mayores de 60 años tengan una mayor rigidez en las arterias; no porque no sea realmente frecuente, porque lo es, pero en realidad representa una importante condición de riesgo que puede ser significativamente reducida mediante un tratamiento farmacológico adecuado y algunas medidas que modifiquen el estilo de vida.

Otro mito que según su criterio debería ser derribado es aquel que reza que para calcular la presión arterial sistólica normal de una persona vale una supuesta regla de sumar “la edad de la persona –en mmHg– más 100”: para dar un ejemplo, una presión de 170 mmHg en una persona de 70 años no puede ser considerado “normal”, sino que implica un elevado riesgo.

Los organizadores del encuentro indicaron que el manejo de la hipertensión en los adultos mayores será uno de los principales temas a tratar en el mencionado encuentro médico científico. En una mesa conjunta con médicos geriatras y psiquiatras, coordinada por los doctores Hugo Schifis (SAGG) y Rosa Ruffa (AAP) se tratará la propensión a los problemas cognitivos en las personas mayores con problemas vasculares, el efecto específico de la hipertensión en el anciano, la prevención de las demencias en base al control de la presión arterial y el efecto de un programa de ejercicios físicos en el control de estas patologías de base.

“Después de los sesenta años la presión arterial no se comporta de la misma manera que en personas más jóvenes, especialmente por problemas como la mayor variabilidad de la presión, y porque aparecen problemas adicionales, tales como el riesgo de que la presión, ante el esfuerzo por ser controlada mediante el tratamiento, baje demasiado”, explica Pupi. La hipotensión ortostática y posprandial (es decir: la baja de presión al pararse o después de comer) son condiciones más frecuentes en las personas añosas, y las exponen a debilitamientos y desmayos, que en casos de movilidad reducida o con una capacidad de recuperación a los accidentes disminuida, terminan significando un riesgo para la propia vida.

En este sentido, señaló que es conveniente un diagnóstico adecuado de la hipertensión, mediante la técnica de monitoreo ambulatorio, un seguimiento que se hace de la presión del paciente durante las 24 horas para conocer los valores con más precisión y evitar la llamada “hipertensión de guardapolvo blanco”, que es el aumento momentáneo de la presión arterial que muchas personas sufren ante la ansiedad de la consulta médica, pero que en realidad no implica que la persona sea hipertensa.

“En las personas añosas, el médico debe procurar la utilización de drogas de mayor tolerabilidad y de vida media larga, con el menor número de dosis posible”, enfatizó el especialista.

Un “pool” de disciplinas

“La particularidad de este encuentro –define el doctor Leonardo Cimerman, presidente del Comité Organizador– es que la hipertensión arterial será abordada desde todas las especialidades que se ocupan de ella, y por eso hemos convocado a muchas otras entidades médicas y científicas”. Del Week-End formarán parte también la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA), la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD), la Asociación Argentina de Psiquiatría (AAP), la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría (SAGG), la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimenticios (SAOTA), la Sociedad Argentina de Endocrinología y Metabolismo (SAEM), la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), la Sociedad Argentina de Lípidos (SAL) y la Sociedad Paraguaya de Cardiología (SPC).

“El sentido principal de este week-end es el de tratar los nuevos abordajes terapéuticos”, apunta por su parte el doctor Jorge Castiello, médico cardiólogo del Hospital “Cosme Argerich” de la ciudad de Buenos Aires e integrante del Comité Organizador de la jornada, quien se va a referir al impacto del ejercicio físico en el control de esta afección crónica: “A una persona anciana que mantiene un adecuado nivel de actividad física, la presión le baja uno o dos puntos respecto del que es sedentario –aseguró–. Pero además la persona hipertensa tiene en general otros factores de riesgo, como la diabetes o el colesterol, cuyos valores también mejoran cuando se realiza ejercicio”.

Con los nutricionistas y los especialistas en obesidad y lípidos se debatirán las últimas estrategias para el tratamiento de los trastornos metabólicos asociados con la hipertensión, que está fuertemente ligada a la epidemia de diabetes tipo II, la obesidad y otros factores que colaboran en el deterioro de las paredes de las arterias.

Los principales órganos que resultan blanco de la hipertensión arterial son el corazón (que con el aumento de la presión arterial sufre una hipertrofia capaz de conducir al infarto), el cerebro y los riñones. En estos últimos, la función vital de filtrado de la sangre justamente se vale de la presión en las arterias entrantes, a la vez que la regula. Los riñones también producen la renina, hormona que se transforma en angiotensina e interviene en la regulación de la presión arterial. Presión y función renal se interregulan mutuamente, y por eso la insuficiencia renal en sus grados severos, que pueden llevar a la necesidad de un tratamiento de diálisis o un trasplante, es una de las consecuencias más temidas de la hipertensión.

Por último, la hipertensión no sólo es por antonomasia la gran causa de accidente cerebrovascular (ACV), sino que, según lo van dilucidando cada vez más estudios médicos –tema que tratará el doctor Augusto Vicario en el encuentro de noviembre– produce microlesiones acumulativas a nivel de los vasos cerebrales, imperceptibles al principio, pero que a la larga comprometen de manera seria e irreversible las capacidades cognitivas a medida que pasan los años.

Los doctores Judith Zilberman y Ernesto Ylarri coordinarán la mesa dedicada al tratamiento de la hipertensión en la mujer: los mecanismos fisiológicos que la determinan y sus diferencias con la hipertensión arterial en el hombre, la hipertensión en las mujeres embarazadas y sus consecuencias a largo plazo.

“La hipertensión arterial hoy es absolutamente frecuente, y mucha gente desconoce que la tiene –resumió el doctor Castiello– por eso es necesario informarnos sobre las últimas novedades en el tema y cómo tratar mejor a los pacientes”.

Verdadero/Falso
¿Cuánto sabe usted sobre la hipertensión arterial en los adultos mayores?

Como en toda condición de riesgo frecuente –y la hipertensión arterial lo es–, existen varios mitos alrededor de esta cuestión, sostenidos incluso por algunos médicos cuyos conocimientos no estén actualizados al ritmo de la investigación actual sobre hipertensión arterial y factores de riesgo cardiovascular. Los siguientes son sólo algunos: ¿verdaderos o falsos?
1.“Para calcular la presión máxima normal de una persona, se debe sumar la edad más 100” – Falso: Por empezar, se trata de una afirmación totalmente arbitraria y sin correlación real. Se define Hipertensión Arterial a todo valor igual o superior a 140/ 90 mmHg desde los 18 a los 80 años.
2.“Es normal que la presión arterial aumente con la edad”- Verdadero, aunque a medias: Efectivamente, la presión sistólica se mantiene estable entre los 20 y los 40 años, para incrementarse luego progresivamente, mientras que la diastólica aumenta progresivamente desde los 40 años hasta llegar a los 55 años, en que se estabiliza o incluso disminuye para comenzar a aumentar la sistólica. En definitiva en el anciano tiende a incrementarse la presión sistólica (o máxima) y a disminuir la diastólica (o mínima).La edad es siempre un factor que debe llevar a redoblar esfuerzos para controlar los factores de riesgo en los ancianos.
3.“Cuanto más se logre bajar la presión arterial en el anciano, mejor” – Falso: Para las personas añosas, la hipotensión –descenso de la presión arterial por debajo del límite aconsejable– representa un riesgo mayor que para las más jóvenes. La gran variabilidad de la presión los hace más propensos a sufrir disminuciones marcadas, especialmente tras las comidas o al pararse (“Hipotensión Ortostática”). El médico especialista siempre debe adecuar el tratamiento acorde a la edad del paciente y a las situaciones concomitantes.
4.“Tener la presión mínima baja compensa el riesgo de que crezca la máxima” – Falso: Tener una diferencia importante entre la presión sistólica (“máxima”) y la diastólica (“mínima”) es un indicador de rigidez arterial, que representa en si misma una condición de riesgo.
5.“Con no ponerle sal a las comidas alcanza para mantener controlada la presión, si no estoy medicado” – Falso: Cocinar con menos sal o sin ella es una medida sumamente efectiva para mantener los niveles de presión arterial, pero es importante saber que los alimentos que no son preparados en casa –especialmente los fiambres, embutidos y también el pan– contienen grandes cantidades de sodio que por sí mismas alcanzan para descontrolar la presión arterial.
6.“Si el control de presión en el consultorio médico muestra un valor alto, es necesario medicar inmediatamente” Falso: En las personas añosas es más frecuente el fenómeno llamado “hipertensión de guardapolvo blanco”, que es el aumento transitorio de la presión arterial en el momento de la medición por el médico, por diversos factores. Por eso se aconseja realizar las mediciones más de una vez, con unos minutos de intervalo, en cada control, y para el diagnóstico definitivo se puede incluso realizar el monitoreo ambulatorio de presión arterial (MAPA o Presurometría).
7.“El tratamiento farmacológico debe incluir el menor número de tomas posible” – Verdadero: Una de las complicaciones para la adherencia al tratamiento de la hipertensión es que generalmente requiere utilizar más de una droga. En los adultos mayores mejora mucho la adherencia al tratamiento y , en todo caso, la combinación de fármacos en una sola píldora. El médico siempre debe tener en cuenta que su paciente anciano probablemente tome muchos otros medicamentos, y procurar minimizar la polimedicación.

Programa Infosalud 05-11-12 Fuente: Prensa – Sociedad de Cardiología de Buenos Aires – Sociedad de Cardiología de Corrientes.