Daniel Gutson, especialista en bioinformática. Desarrolla programas informáticos que buscan personalizar los tratamientos para pacientes con VIH y mejorar la vacuna Sabin. Creó una fundación, una rareza en la ciencia argentina.
Daniel Gutson (35) cree que, en el futuro, su disciplina, la Bioinformática, será moneda corriente en la medicina.
Por el momento, él desarrolla diferentes software , por ejemplo, para determinar cuál es la mejor combinación de retrovirales en pacientes con VIH, o un mejora en la vacuna contra la poliomielitis, que Sabin desarrolló hace más de cincuenta años.
Pero Gutson no trabaja en una institución de la Universidad Nacional de Córdoba ni del Conicet como casi todos los científicos del país.
Tampoco es doctor. Ni siquiera licenciado. “Estudié tres años de matemáticas, tres años de ingeniería en sistema y varias materias de medicina en la Universidad de Buenos Aires. No me recibí de nada. A fines de la década de 1990 no existía la carrera de Bioinformática. La tuve que fabricar yo”, dice.
Atraído por las empresas informáticas que se instalaron en Córdoba, llegó a esta ciudad y creó la Fundación para el Desarrollo de la Programación en Ácidos Nucleótidos (Fudepan, www.fudepan.org.ar), apoyado por Daniel Rabinovich, uno de los virólogos más reconocidos del país.
Con poco dinero, pero mucho talento propio y ajeno, trabaja en un área prometedora para la medicina personalizada. Recientemente recibió el premio. En 2011 recibió fue reconocido como uno de los Jóvenes Sobresalientes por la Cámara de Comercio de Córdoba y este año recibió el mismo premio pero a nivel nacional.
El tratamiento para pacientes con VIH consiste en combinar y reemplazar unos 20 antirretrovirales diferentes a medida que el virus va mutando y se va haciendo resistente. Del arte de combinarlos dependerá la duración y efectividad del tratamiento. Gutson desarrolló un programa que simula todas las combinaciones posibles de acuerdo con diferentes variables, desde el genoma del virus hasta el precio de las drogas.
–¿Qué factores tiene en cuenta para simular el mejor tratamiento?
–El principal factor es el genoma del virus. Para eso tomamos una muestra de sangre con el virus que se manda a secuenciar. Nuestro trabajo incorporaría por primera vez el genoma del virus para mejorar el tratamiento. Está demostrado que los cada antirretroviral reacciona diferente a cada tipo de virus. Y el virus muta de diferente forma. Allí es cuando se debe utilizar un nuevo antirretroviral. Como en una partida de ajedrez, el programa que desarrollamos simula todas las jugadas entre retrovirales y mutaciones para seleccionar la combinación que logre el tratamiento más prolongado, es decir, la partida más larga.
–¿Ya se ha probado en pacientes?
–No. Primero hay que madurar el producto para comenzar con los ensayos clínicos. Para eso debemos testearlo con historias clínicas anteriores para ver cómo hubiese funcionado en casos ya conocidos.
–¿Qué harán con el producto si resulta exitoso?
–La idea es ofrecerlo como un servicio. Así como un infectólogo ahora puede pedir un estudio de resistencia o de carga viral, en el futuro también podrá pedir este estudio. Es el paradigma de la medicina personalizada.
–Un algoritmo decide el mejor tratamiento de acuerdo con cada paciente. ¿Será algo frecuente en el futuro?
–La era de la pastilla mágica para todos está terminando. La tendencia es la medicina personalizada. De persona a persona cambian muchos factores y ahora hay muchas herramientas de cálculo entre otras tecnologías que marcan una tendencia natural hacia una medicina más personalizada. Todavía falta poder sintetizar lo que las computadoras puedan llegar a simular como lo mejor.
–¿En qué medida esto va a ser accesible para todos?
–En el caso puntual de proyecto del VIH, solo se requiere tiempo de cálculo en computadoras y lo que cuesta secuenciar el virus. Todo esto cada día es más barato. Si se demuestra que es efectivo, este análisis debería ser parte del tratamiento.
–¿Cuánto tiempo de calculo requiere?
–Para una secuencia reciente se evaluaron 13 millones de combinaciones de retrovirales. Usamos cinco computadoras convencionales en red durante cinco días seguidos, pero tuvimos que cortarlo antes.
–¿Cuánto cuesta secuenciar el ARN del virus?
–Los más barato es mandarlo al exterior. Tiene que costar menos de mil dólares.
–¿Las obras sociales cubrirán en algún momento este tipo de tratamientos?
–En algún momento va a suceder. Esta iniciativa va a permitir hacer un uso más eficiente de los recursos, con lo cual va a contribuir para que el costo por paciente se reduzca para las obras sociales. Será un gran aporte a la política sanitaria.
Mejorar a Sabin
Hay vacunas, como la Sabin, que en realidad son virus vivos atenuados, los cuales no pueden enfermar, pero sí despertar el sistema inmune y generar los anticuerpos necesarios para atacar al virus salvaje.
Pero en algunos casos esporádicos este virus atenuado se despierta y causa la enfermedad. Daniel desarrolla un programa para evitar aún más esta posibilidad. “Esto significa vacunas más seguras”, apunta.
–En definitiva, el objetivo es crear un virus nuevo.
–Sí, es un ser vivo inexistente, pero para mejorar la vacuna diseñada por Sabin en la década de 1950. Él aisló el mejor virus atenuado que existía en la naturaleza. Por definición no puede haber uno mejor porque no sobreviviría; si no, lo hubiera descubierto Sabin. La idea es encontrar uno mejor que no sobreviviría en la naturaleza, pero que sería suficiente para hacer una vacuna. La idea es lograr secuencias de virus candidatos. Luego deberá producirse a través de ingeniería genética y eso puede llevar años.