Polémica por las nuevas píldoras para bajar de peso

La FDA aprobó dos drogas muy cuestionadas por su seguridad. Por qué un fármaco no soluciona la pandemia de obesidad.

Los laboratorios farmacéuticos se han volcado a una carrera desesperada por encontrar solución a uno de los problemas de salud pública más acuciantes: la epidemia de obesidad. Con más de 1.300 millones de personas con sobrepeso en el mundo, la idea de hallar una droga que permita controlar la enfermedad despierta un gran interés entre la industria.
De hecho, después de 13 años sin novedades en el mercado, la agencia de regulación de medicamentos de los EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés) acaba de aprobar dos nuevas y “polémicas” drogas para el tratamiento de la obesidad: Belviq y Qsymia. Además, en Argentina esta semana se presentó un medicamento de origen vegetal que promete colaborar en el control del peso.
Sin embargo, los especialistas consultados por PERFIL advirtieron que la respuesta a la cada vez más preocupante epidemia de sobrepeso no pasa por hallar una “píldora milagrosa”. “Los medicamentos son una herramienta más dentro del contexto de un tratamiento para bajar de peso, pueden llegar a ser de utilidad pero básicamente no hay soluciones mágicas. Hay que ser muy claro con el paciente porque rápidamente apunta a eso”, aclaró Gladys Guarrera, de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos de la Alimentación.
Cambios. El camino hacia la búsqueda de un medicamento capaz de combatir la obesidad está sembrado de varios fracasos. En los últimos años se retiraron del mercado muchos fármacos por los posibles riesgos para la salud, como el supresor del apetito rimonabant y la sibutramina. En el país, el único medicamento que se usa es el orlistat. Pero los médicos observan un cambio de tendencia. “En el abordaje de la obesidad en los últimos 15 años se ha privilegiado el concepto de seguridad. Se considera que, aunque la obesidad es una situación que afecta la vida, puede llegar a beneficiarse con otras intervenciones, como los planes de alimentación y la actividad física. Las drogas desarrolladas tampoco han sido eficaces. Eso ha llevado a una vuelta atrás en las investigaciones. Pero, aparentemente, hay cierta tendencia a aprobar nuevas drogas”, explicó Edgardo Ridner, presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición.
Este año la FDA dio el visto bueno a dos medicamentos: Belviq y Qsymia. En el primer caso se trata de una nueva droga, la lorcaserina, que funciona suprimiendo los receptores del cerebro encargados del apetito y el hambre. El fármaco, sin embargo, ha sido controvertido. En los ensayos clínicos mostró resultados “modestos”, ya que los pacientes perdieron en promedio sólo el 5% de su peso corporal. Y, además, ya había sido rechazado por la FDA en 2010 debido a su seguridad.
En el caso de la Qsymia, se trata de la asociación de dos drogas ya conocidas: el topiramato y la fentermina. “Lo que se hizo fue combinar un fármaco que es afectivo, como el topiramato, con la fentermina, que es una medicación que ya nadie usa porque es un derivado anfetamínico. Cuando se presentó la primera vez, no fue aprobada”, sostuvo el nutricionista Alberto Cormillot.
Aunque los expertos dicen que es positivo que la industria continúe explorando nuevas drogas, aseguran que la epidemia de obesidad no se resuelve sólo con un fármaco. “La único que puede controlar la epidemia de obesidad es una campaña fuerte, como se hizo con el cigarrillo, y que el paciente tome conciencia y aprenda a gestionar su enfermedad”, concluyó Cormillot.
Florencia Ballarino
Perfil  13-08-12