La venta ilícita de medicamentos en Chile es un negocio pujante. Cifras de la ONG estadounidense Center for Medice in the Public Interest indican que anualmente se transan unos US$ 75 mil millones a nivel global.
El director de la Unidad de Control de Tráfico de Drogas de la Fiscalía Nacional, Nicolás Arrieta, revive con inusual facilidad los casos de tráfico de fármacos que le ha tocado ver, directa o indirectamente, desde que ingresó al ministerio público.
Y uno de los que recuerda con lujo de detalles es el de un médico antofagastino que fue condenado a cinco años de cárcel en marzo de 2007. El facultativo extendió irregularmente decenas de recetas de un tranquilizante llamado Ipnopen. Pero los fármacos no eran ni siquiera para los pacientes, sino que se vendían en el mercado negro.
Por esos mismos días, los tribunales de Arica condenaron a tres años de presidio al mecánico chileno Jader Ahmed Salem Jelvez, quien fue sorprendido con nada menos que cien mil dosis de Fenproporex, un derivado de la anfetamina conocido en el ambiente como el éxtasis chico.
De eso han pasado más de cinco años, han sido arrestados más de 1.373 dealers especializados en este tipo de remedios, pero la comercialización ilegal sigue pujante. Al momento de realizarse este reportaje, Fenproporex se ofrecía como supresor del apetito en decenas de avisos de internet, con precios que llegaban hasta los $45 mil, aun cuando en el mercado legal el precio de una caja de treinta comprimidos bordea los $10 mil.
En las policías, en los laboratorios y en las farmacias coinciden en que todos estos casos tienen un elemento común: a diferencia de lo que ocurre en el mercado negro de los libros, discos o cosméticos -al que los consumidores acceden buscando menores precios- cuando se trata de fármacos, el mercado irregular es más caro. Lo que buscan los consumidores es eludir la necesidad de una receta.
Sólo entre 2005 y lo que va de 2012, Carabineros ha decomisado 846.669 dosis de fármacos controlados (píldoras y cápsulas). Esta cifra no considera los medicamentos de venta libre, que también se transan irregularmente en la calle.
Del total de decomisos efectuados anualmente por el OS-7 de Carabineros, el 39% corresponde a Alprazolam; 29% a Diazepam; 16% a Sibutramina; 8% Clonazepam (Ravotril) y 8% a otros medicamentos. El 97% de ellos provenían de farmacias y laboratorios locales y sólo el 3% del extranjero.
Altos precios
Los precios que cobran los dealers pueden más que cuadruplicar el valor que se observa en el mercado formal. Si una caja de 30 comprimidos de Ravotril de 0,5 miligramos cuesta $3.240 en la Liga Chilena Contra la Epilepsia (uno de los canales más baratos del país), en el mercado negro puede llegar a $15 mil. Y si la Sibutramina más popular llamada Reductil costaba $15 mil (hoy está prohibida en Chile) su venta clandestina llega a $35 mil.
En el caso de medicamentos otrora muy populares, pero que hoy se venden con receta, también se observa una importante brecha entre los precios del mercado regular y el que ofrecen los dealers . El Omeprazol (para los síntomas de la úlcera) de 28 cápsulas cuesta en torno a $1.190 en farmacias y en internet se ofrece a $14 mil; el jarabe para la tos Codetol cuesta en el comercio establecido $6.800 y en las redes informales, hasta $12 mil. Otro tanto ocurre con las denominadas píldoras del día después. El Escapel 2 (símil del Postinor 2), cuesta en farmacias $9.990 y las ofertas que aparecen en internet llegan a $15 mil.
Para el teniente coronel Luis Lermanda, jefe de inteligencia del OS-7 de Carabineros, lo que se advierte es el desvío de medicamentos con la concomitancia de algunos médicos o químicos.
Los traficantes consiguen recetas de algunos médicos, y con ellas compran en las farmacias. “Generalmente los traficantes saben que hay farmacias donde es más fácil obtener los fármacos. Otra opción es que sean robados desde los centros de producción”, detalla.
Preocupación en laboratorios
Para Richard Nevares, presidente de la Cámara de Innovación Farmacéutica -ex Cámara de la Industria Farmacéutica, que agrupa a 18 laboratorios internacionales- el gremio ha comenzado a mirar con preocupación el daño que este fenómeno causa a la industria, no sólo por los antecedentes que comienzan a conocerse en Chile, sino también por las amenazantes cifras que se publican a nivel internacional: el mercado negro de fármacos mueve US$ 75 mil millones de dólares a nivel mundial, según la ONG estadounidense Center for Medice in the Public Interest.
“Hay preocupación por la existencia de un mercado negro de medicamentos operado por personas que comercializan productos sustraídos de bodegas de droguerías, farmacias o por operadores que internan ilegalmente medicamentos de dudosa procedencia”, dice Nevares.
En la misma línea, el presidente de Asilfa -organización que agrupa a los laboratorios nacionales- señala que una parte de los productos que se transan en el mercado negro corresponden a falsificaciones o productos vencidos.
Laboratorio Roche produce uno de los medicamentos más ofertados por internet: Ravotril. Pese a esto, su directora técnica, Francesca Pichara, asegura que la empresa no registra pérdidas de inventario, por lo tanto, infiere que el desvío se produce en la cadena de distribución.
Entre las farmacias, precisan que esto se produce vía robos
El gerente de Bagó, Francisco Méndez, advierte que la empresa ha detectado algunas pérdidas de productos desde la planta: “No hemos estado ausentes de esto, pero ocurre generalmente a través de robos desde los camiones, desde la farmacia”, coincide.
Medicamentos de venta libre también se trafican, pero no existe registro de incautaciones
En Chile no existen cifras oficiales sobre venta de medicamentos en el mercado negro que incorporen tanto a aquellos productos de libre acceso como a los que se expenden con receta. Recién en los próximos meses la Escuela de Medicina de la Universidad Católica entregará al Ministerio de Salud un informe con el análisis del “uso de medicamentos en la población general chilena”, que se basará en la Encuesta Nacional de Salud 2009-10.
La doctora a cargo de ese estudio, Paula Margozzini, adelantó uno de sus resultados: “de todos los medicamentos que usan actualmente los adultos de 15 o más años de la población general chilena, el 1% fue adquirido en la calle o en la feria”.
Pese a que esta cifra sitúa a Chile entre los países de baja incidencia de este tipo de conductas, en las farmacias consideran que el tema es preocupante.
Un ejecutivo de una de las tres grandes cadenas que operan en Chile dice que hace dos meses la empresa sufrió el robo de un camión con medicamentos que salía de Santiago y que, por las dificultades para fiscalizar este tipo de delitos, es difícil dimensionar el daño real que experimenta la industria: “Los delincuentes saben que si venden psicotrópicos los van a procesar por la ley 20 mil de control de drogas y si venden otros medicamentos, más caros en algunos casos, los sancionan sólo por daños contra la salud, que son penas remitidas, no van a la cárcel. Sobre este tipo de delito, en Chile no hay cifras, así que yo no me atrevo a asegurar que estamos mejor que Argentina o que Perú, que son los países que generalmente se nombran cuando se habla de mercados donde hay una circulación importante de medicamentos falsificados o robados”, dice bajo reserva.
Ravotril o viagra
Existe una diferencia importante entre los medicamentos que los chilenos compran en el mercado negro y los que demandan los consumidores de los países desarrollados. Mientras en Chile predominan los ansiolíticos, adelgazantes y remedios para la hipertensión, en Estados Unidos los compuestos que más se transan son el Sildenafil (disfunción eréctil); Atorvastarina (colesterol); risperilona y olanzapina (para el tratamiento de la esquizofrenia).
Los traficantes, en tanto, han demostrado una alta capacidad para reaccionar y adaptarse a los dictámenes del mercado. Tanto, que uno de los remedios más falsificados en 2006, cuando explota la crisis por la gripe porcina, fue el Tamiflú. Ese año, el Reino Unido logró desbaratar una banda que trataba de ingresar al mercado con cinco mil envases de ese antiviral, avaluados en US$ 500 mil.
El Mercurio 2/0712