Los Psicofármacos, entre la necesidad y el abuso

Escribe Dr. Juan José Prieto, Farmacéutico Nacional (*)

Si hablamos de salud mental, sería fundamental que un psicólogo y un psiquiatra trabajen juntos; en la actualidad la tendencia debería ser la de establecer “equipos de gestión” en todas las áreas de la salud, formando grupos interdisciplinarios en donde el paciente será el beneficiado.

A un psicotrópico lo podemos definir como cualquier sustancia natural o sintética que al actuar sobre el sistema nervioso central es capaz de influenciar las funciones psíquicas, produciendo cambios temporales en la percepción, ánimo, estado de conciencia y comportamiento. Los mismos ejercen su acción modificando ciertos procesos bioquímicos o fisiológicos cerebrales, en donde la mayoría actúan alterando los procesos de neurotransmisión, estimulando o inhibiendo la actividad.

A lo largo de la historia, las diferentes culturas han utilizado sustancias psicotrópicas con el propósito de alterar deliberadamente el estado de la mente; en la actualidad, la medicina los utiliza para el tratamiento de determinadas condiciones neurológicas o psiquiátricas, pero el grave problema está en el desvío de los mismos con fines recreativos y en otros casos por estados patológicos que no controlados adecuadamente llevan al individuo a caer en el abuso.

Como farmacéutico una de las dependencias que con mayor frecuencia observo, es a los psicofármacos, especialmente a los ansiolíticos, reconociendo un dato adicional: suelen estar avalados por recetas médicas; es muy común que el paciente someta a una cierta presión a su médico y/o farmacéutico con el solo objetivo de lograr esta medicación.

No obstante, con el pasar del tiempo se ha logrado un gran salto en la problemática de la salud mental, basado en el descubrimiento de los nuevos psicofármacos, para un mayor alivio psíquico y sumándole una disminución de las institucionalizaciones. Así mismo, y a pesar de estos avances, no se han logrado respuestas universales a la emergencia de las patologías mentales más severas.

A todo esto debería reconocerse al psicoanálisis como una herramienta fundamental, además de todo el arsenal terapéutico con que se cuenta, el cual a mi criterio sumaría un frente más al tratamiento de las enfermedades mentales; también debo destacar que un psicofármaco puede hacer que no nos tumbe a la depresión, pero a su vez no nos devolverá la alegría.

Podría dar muchos ejemplos de situaciones que conducirán a un mal uso de estos medicamentos, solo citaré los que a mi criterio y como consecuencia de mi labor profesional he observado:

  • En alguna ocasión he escuchado, “el dermatólogo me recetó un tranquilizante porque me vio nervioso y dijo que los psicoanalistas no medican”;
  • El del psiquiatra, “me dio un psicofármaco y me dijo que volviera en 15 días, al regresar solo me pregunto cómo me sentía y no dijo nada más”, esto es a causa que quien debe seguir tratándome es el psicoanalista.
  • Según algunas estadísticas, el clonazepam es uno de los medicamentos más vendidos del mundo, superado solo por la aspirina, el paracetamol, y otros pocos fármacos. Este medicamento tiene altos niveles de eficacia cuando se prescribe correctamente, pero el uso indebido representa un riesgo para los enfermos y para otras personas. Tanto el clonazepam como todas las benzodiazepinas (alprazolam, diazepam, lorazepam, bromazepam, etc.), no están indicados para tratar el insomnio, ya que no se trata de inductores del sueño ni de hipnóticos. No obstante esto, es muy común que se prescriban para estos fines, y en general esta indicación desemboca en fenómenos de tolerancia (cada vez se necesitan dosis mayores para lograr el mismo efecto) y adicción, especialmente en ancianos. Según el Dr. José Amestoy, Psiquiatra del departamento médico del CEETA (centro de estudios especializados en trastornos de ansiedad), “las drogas más comunes que se utilizan para el trastorno de pánico son los ansiolíticos como el Alprazolam y el Clonazepam, que suelen estar muy mal manejados por los pacientes o dadas por algunos médicos clínicos en forma apresurada”;
  • Los casos de ciudades o pueblos de muy baja densidad poblacional, en donde los médicos clínicos deben dar respuestas a las demandas de estos pacientes, y al no contar con un apoyo de psicólogos y psiquiatras ellos mismos realizan las intervenciones; con el tiempo y si por algún motivo no siguen a dichos enfermos suelo ver algunos adictos “sociales y/o legales”, si a esto se le suma la confianza que existe con el médico y el farmacéutico, por el hecho de conocerse de toda la vida, se pierde el equilibrio de controlarlos adecuadamente.

Es evidente que no siempre que se esté tomando un psicofármaco se estará haciendo un uso indebido o abuso; las indicaciones de estos medicamentos no deben ser despreciadas en ningún caso que lo amerite, pudiendo ser imprescindibles para que el paciente pueda recuperar sus pensamientos reales. A mi criterio, y siempre hablando de salud mental, sería fundamental que un psicólogo y psiquiatra trabajen juntos; en la actualidad la tendencia debería ser la de establecer “equipos de gestión” en todas las áreas de la salud, formando grupos interdisciplinarios en donde el paciente será el beneficiado.

El psicoanalista recurre a los psicofármacos en el caso que no pueda llegar al paciente a través de las palabras. Solo en este caso se hace uso de medicamentos para llegar a la reducción de los malos síntomas.

Los criterios que tienen los psiquiatras, es habitualmente apuntar a reducir los síntomas de cada enfermedad, ya sean productivos o negativos, mediante la utilización de los psicofármacos específicos y en las dosis adecuadas.

Por ello, y a mi criterio, es fundamental contar con psicólogos y psiquiatras para tener ese margen poblacional con un tratamiento adecuado, brindándoles una mejor calidad de vida; además considerando la fuerte tendencia de los más jóvenes, quienes los utilizan con fines recreativos, sería importante contar con equipos interdisciplinarios que trabajen en las áreas educativas, con el firme objetivo de hacer llegar el mensaje que estos fármacos son necesarios para ciertas situaciones o patologías, pero el mal uso o abuso de los mismos puede traer consecuencias nefastas para la salud de los consumidores.

Consejos o sugerencias útiles:

  • Evitar siempre la automedicación. No tomar nunca un fármaco de estas características sin el debido control y asesoramiento del especialista.
  • No mezclar los psicofármacos con el alcohol ni con otras drogas.
  • No aumentar nunca la dosis del fármaco, ni suspender en forma abrupta el tratamiento por su cuenta, así como evitar los olvidos.
  • Es importante tener paciencia y creer en el profesional que esté a cargo de su tratamiento; no lo presione si no le prescribe rápidamente un fármaco, a veces, hay medidas y tratamientos intermedios que ayudan a mejorar la sintomatología y la problemática sin necesidad de la administración inmediata de un psicofármaco, recordemos que no todo se soluciona con medicamentos.

Por lo tanto, la automedicación, tan común en nuestra sociedad implica un grave peligro. El uso abusivo de los medicamentos es un problema serio y grave, al que las personas aún no han tomado la suficiente conciencia.

Su origen está en que no se realiza lo fundamental ante cualquier signo de enfermedad: el diagnóstico, y el único capacitado para realizarlo en forma correcta es el médico especialista en cada área, no los familiares, ni los amigos.

El abuso a los psicofármacos es un fenómeno mundial, y está en aumento. Cada vez hay más gente que, debido a un ritmo de vida acelerado, a la acumulación de tensiones y a la mala canalización de expectativas y sentimientos, puede desencadenar procesos importantes de ansiedad, insomnio y estrés. El ser humano para soportar estas tensiones, echa mano a “recursos de alivio” que lo ayuden a dormir mejor, tolerar esfuerzos y frustraciones, esto sumado al cada vez más fácil acceso (Internet, ventas fuera de las farmacias, etc.) a fármacos hace que la automedicación aumente en forma alarmante.

Por todo lo expuesto parece ser que de la necesidad a un tratamiento adecuado y al abuso, hay un paso, uno muy corto.

(*) Dr. Juan José Prieto, Farmacéutico
Farmacéutico Nacional -1993- UNSL
Matricula 13826 -Colegio de Farmacéuticos de la Pcia. de Bs. As.

  • Docente 1993 / 1996
  • Farmacéutico Certificado por COFA / CNC año 2005 / 2010
  • Farmacéutico Recertificado por COFA / CNC año 2011 / 2016
  • Columnista de la revista mensual Tres Algarrobenses (publicación del Centro de Comercio, propiedad e industria de Tres Algarrobos)
  • Columnista en Bureau De Salud –Web de Interés Sanitario y web Médica Acreditada-
  • Columnista en Tejedor Digital –Sección atletismo-

Farmacéutico adherido a FARCAVI (Farmacéuticos por la calidad de vida)