Investigadores de la Universidad Nacional de Tucumán y el CONICET están desarrollando una tecnología que permite fabricar chips para la detección rápida y económica de enfermedades como el Chagas.
Cuando la investigadora del CONICET Paula Nanni comenzó su tesis doctoral, sabía que quería desarrollar un dispositivo para el diagnóstico de enfermedades. Posteriormente debió tomar dos decisiones importantes: elegir a qué afección le dedicaría sus esfuerzos y qué tecnología iba a utilizar para construir el sistema. En el primer caso eligió a la enfermedad de Chagas, por tratarse de una problemática que afecta a gran parte de la población del norte argentino. En la segunda elección, sin embargo, se topó con un problema: no existía una tecnología simple y económica adecuada para fabricar el dispositivo.
Así fue que Nanni y su directora de tesis, la doctora en Bioingeniería Rossana Madrid, se abocaron a desarrollar unatecnología para fabricar chips microfluídicos en papel. Se trata de dispositivos del orden de los micrómetros (apenas una milésima de milímetro) que sirven para realizar un diagnóstico rápido y económico del Chagas y otras afecciones. Además, estos chips podrían utilizarse para detectar la presencia de plaguicidas en alimentos o enfermedades en plantas, entre otros usos industriales. La investigación se lleva a cabo en el Instituto Superior de Investigaciones Biológicas (INSIBIO), perteneciente a la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y el CONICET.
“La tecnología que estamos desarrollando consiste en un aparato que funciona de manera similar a una impresora pero que, en lugar de tener un cabezal con cartucho de tinta, tiene luz y dibuja los chips por medio de un sistema óptico”, explica Madrid a TSS. “La idea de que sea similar a una impresora es que se le pueda dar la aplicación que uno quiera, con solo modificar el diseño del chip y aplicar un biosensor o método de detección específico en cada caso. Por eso, la versatilidad del sistema es muy grande”, asegura.
De esta manera, la tecnología que proponen las investigadoras utiliza ese cabezal de luz para graficar sobre un papel especial los canales del chip multifluídico. Por esos diminutos canales es por donde viajará el líquido que se utilice como muestra para, por ejemplo, detectar la enfermedad de Chagas. “El objetivo final es patentarlo y transferirlo a empresas de base tecnológica para que produzcan los chips”, destaca la bioingeniera.
Según Nanni, las ventajas de esta tecnología residen en que permite la fabricación de chips en grandes cantidades y en que es más económica que otros métodos existentes muy utilizados, como la fotolitografía, que consiste en impregnar el papel donde se va a imprimir el chip con una resina sensible a la luz, para después colocar una máscara con el diseño del circuito deseado e iluminarlo.
Por su parte, la microfluídica en sí misma también cuenta con ventajas a la hora de realizar un diagnóstico rápido y económico. “Al desarrollar este tipo de canales, por ser tan pequeños, se precisa poca cantidad de muestras. Incluso, se pueden realizar detecciones simultáneas, es decir, utilizar la misma muestra para detectar dos enfermedades diferentes. Además, imprimir los chips en papel resulta muy económico y fácil de descartar”, precisa la becaria.
Del grupo de investigación también participa el becario Luciano Sappia y profesionales de la Universidad Nacional de San Juan. “Ya hemos hecho las primeras pruebas para ver si el método que nosotros proponemos es el adecuado para poder fabricar la tecnología y hemos obtenido resultados satisfactorios, pero todavía falta”, indica Nanni. “Lo que ahora vamos a hacer es implementar un biosensor o algún otro método de detección para empezar a probarlo específicamente en la detección del Chagas”, concluye Madrid.