La meta era comprobar una hipótesis postulada hace cinco años: que la clave para frenar el crecimiento de la bacteria causante de la tuberculosis estaba en impedir la acción de una determinada enzima presente en ella. Grupos de investigación de todo el mundo se concentraron durante los últimos años en la búsqueda de un compuesto químico capaz de hacerlo, y el primer resultado favorable apareció de la mano de científicos de nuestra ciudad.
Tras dos años de trabajo, un equipo del Laboratorio de Estudios de Compuestos Orgánicos de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP, a cargo del investigador del CONICET Pedro Colinas, logró desarrollar un compuesto que “engaña” al Mycobacterium tuberculosis (MTB) para entrar en su interior y atacar su desarrollo. Su trabajo fue publicado recientemente por la revista Bioorganic & Medicine Chemistry Letters.
La investigación, que se enmarca en la búsqueda global de alternativas para controlar la creciente resistencia de la tuberculosis a los antibióticos, surgió a partir de una hipótesis planteada por Claudio Supuran, un investigador de la Universidad de Florencia, Italia. Según ella, el Talón de Aquiles de la bacteria que causa esta enfermedad era la enzima llamada Anhidrasa Carbónica, encargada de acelerar la hidratación reversible del dióxido de carbono, un proceso vital relacionado con la respiración por el cual los organismos obtienen sustancias indispensables para su crecimiento.
Si bien en los últimos años se descubrieron varias sustancias capaces de inhibir esta enzima, “el problema era que sólo lograban un efecto inhibitorio al experimentar con ella en el tubo de ensayo, pero fracasaban en las pruebas con la bacteria”, explica Colinas, cuya investigación se basó en el fracaso de uno de esos compuestos, los fenoles.
Como la bacteria de la tuberculosis no reconocía a los fenoles no les permitía entrar. De ahí que Colinas y su equipo pensaron en los hidratos de carbono para combinarlos con ellos y generar así un compuesto activo al que llamaron C-glucósido derivado del fenol. En otras palabras, se propusieron utilizar a los carbohidratos como una máscara para que la bacteria asimile a los fenoles “disfrazados”.
“Con distintas combinaciones desarrollamos siete compuestos y obtuvimos tres resultados favorables. Es la primera vez que un mismo compuesto inhibe a una enzima aislada y también actúa dentro del microorganismo”, señala el coordinador del equipo responsables del hallazgo.
La investigación fue completada en varios centros: mientras que el Laboratorio de la Facultad de Ciencias Exactas de La Plata se ocupó del desarrollo del compuesto, la Universidad de Florencia realizó las pruebas sobre la enzima y la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario hizo los ensayos con la bacteria.
“La enzima, que está lo más tranquila dentro de la bacteria, es inactivada por el compuesto, lo cual demuestra que éste entra al bacilo de la tuberculosis. Lo que sigue ahora es probar su efecto en una célula infectada. De este modo quedaría demostrado que la droga tiene acción sobre el sistema biológico completo”, comenta Héctor Morbidoni, el investigador de la Universidad de Rosario a cargo de las pruebas definitivas.
Completada esta etapa, la investigación apunta ahora a encontrar compuestos aún más activos a partir de modificaciones químicas de la sustancia original e investigar cómo la bacteria de la tuberculosis se defiende a través de mutaciones que vuelven inactivo al compuesto.
El trabajo de los investigadores platenses representa un valioso
aporte en el marco del esfuerzo global que se realiza para ponerle freno a una enfermedad pulmonar que afecta cada año a unas 8 millones de personas en el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud. En nuestro país, donde tiene una incidencia media, las autoridades sanitarias calculan que existen más de 10 mil argentinos con tuberculosis, la mitad de los cuales vive en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense.