El uso de drogas ya es uno de los 10 mayores riesgos de enfermedad en Argentina

Es el único país de América Latina donde el consumo aparece entre los principales factores que quitan años de vida saludable. Lo dice un estudio científico mundial hecho en EE.UU.

Por primera vez, el consumo de drogas de abuso –como la cocaína, la marihuana, la pasta base, el éxtasis, y otras sustancias ilícitas– pasó estar entre los 10 factores principales de riesgo de enfermedad y discapacidad en la Argentina. El cambio se dio entre los años 1990 y 2013. Así lo detectó un equipo del Instituto para la Medición y la Evaluación de la Salud y la Universidad de Washington, en los Estados Unidos, que publica hoy los resultados en la revista de medicina The Lancet. El trabajo, al que Clarín tuvo acceso, examinó los factores de riesgo de enfermedad en 188 países, y determinó que la Argentina es el único país de América Latina donde el consumo de drogas se incluye ahora en la lista de los diez primeros factores de riesgo que le quitan años de buena salud a los afectados.

En el ranking de los 10 factores de riesgo para la Argentina, figuran el consumo del alcohol, el nivel de glucemia alterado, un índice que revela el funcionamiento de los riñones, el colesterol alto, y la dieta baja en frutas y en vegetales en los primeros lugares. En el séptimo lugar, aparece el consumo de drogas, que es seguido por baja actividad física, bajo consumo de nueces y semillas, y bajo consumo de granos enteros. Hace 25 años, el consumo de drogas de abuso no figuraba en el mismo ranking de los 10 factores para el país.

“Nuestro estudio analizó la posible contribución de 79 factores de riesgo a la carga de la enfermedad en cada país –explicó a Clarín desde Seattle uno de los investigadores que participaron en el trabajo, Bernardo Hernández Prado–. La metodología se basa en la contribución específica de cada factor de riesgo para cada enfermedad, y en qué tan prevalente es cada factor de riesgo. Se utiliza exactamente la misma metodología para analizar la información de 1990 y 2013. De esta forma, para el caso de Argentina, el consumo de drogas de abuso quedó clasificado como en el séptimo, y esto significa que aumentó su importancia”.

En los Estados Unidos, el consumo de drogas se ubicó en octavo lugar. A nivel global, ese factor de riesgo estuvo en la posición número 22. “Cada ranking se refiere al interior de cada país –aclaró Hernández Prado–. No implica necesariamente que un país esté mejor o peor que otro, ya que puede haber otros riesgos que compitan”.

El consumo de drogas de abuso (si se las considera en general), está asociado al aumento de la impulsividad en la persona, un cambio que puede llevar a la desinhibición del comportamiento y hacer que se adopten conductas de riesgo, como tener relaciones sexuales sin protección o se corra a gran velocidad y se sufran accidentes automovilísticos, según detalló a Clarín la psiquiatra Lucía Lizaso, de la clínica de conductas adictivas del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO).

“Además, el consumo de sustancias ilícitas puede aumentar el riesgo de infartos y ataques cerebrovasculares, y de padecer problemas en el hígado y los riñones”.

Para la psiquiatra, “el estudio publicado en The Lancet aporta datos interesantes. “El consumo de sustancias ilícitas subió a nivel mundial, y también en Argentina.

Durante los últimos años se producen drogas de síntesis que también son incorporadas al consumo. A nivel nacional, los datos del nuevo estudio podrían servir para diseñar mejorar políticas sanitarias sobre la problemática”, opinó Lizaso. Ayer, Clarín se comunicó con la Sedronar, el organismo público responsable de coordinar las políticas nacionales de lucha contra las adicciones, pero no quisieron hacer declaraciones. Pero contestaron que esperaban la publicación oficial del estudio para poder dar opiniones sobre la novedad.

La pregunta de fondo es qué hizo que el consumo de drogas de abuso pasara a tener tanto impacto negativo en la salud de muchos argentinos entre 1990 y 2013.

“Hubo una instalación generalizada del consumo de sustancias psicoactivas en general. En estos 25 años aumentó claramente el consumo de alcohol, de psicofármacos y de sustancias de comercialización ilícita, así como el policonsumo de 2 o más sustancias al mismo tiempo. Los riesgos y consecuencias se multiplican y se potencian al usar más de una sustancia por vez”, contestó Carlos Damin, jefe del servicio de toxicología del Hospital Fernández de Capital. En tanto, el doctor en psicología Hugo Míguez, que realizó un trabajo reciente en el tema para el Observatorio de la deuda social de la Universidad Católica Argentina (UCA) opinó, al ser consultado por Clarín, que hubo un fracaso de las campañas de prevención del consumo. “No había que “hacer campañas”, como si los caminos a recorrer desde la prevención en salud fueran los mismos que los de la mercadotecnia. Es mucho más complejo: el objetivo debería haber sido devolver el sentido de las cosas, y eso era territorio de la educación y no del “marketing preventivo”. Míguez advirtió que hay una brecha entre el 14% de los padres que supone el consumo de drogas en sus hijos y el 27% de los jóvenes que reconoce que consume. “La diferencia se debe a que los padres están buscando el problema con el estereotipo de “la adicción” (que es lo que “las campañas” le han inculcado). Los valores de consumo menos escandalosos quedan ocultos dentro de la tolerancia social, y no se registran hasta que es tarde. A los padres no les han dado los elementos críticos para percibir el problema”.

La tormenta que se veía venir

 Por Héctor Gambini
La Argentina va superando etapas en las postas hacia el abismo narco. Fue país de tránsito. Después país de tránsito y consumo. Ahora país de tránsito, consumo y elaboración. La droga pasa, queda y también llega rudimentaria para ser refinada y convertida en clorhidrato de cocaína, el producto final. Lo que se fabrica en las “cocinas” que cada semana aparecen en el conurbano no es droga para mandar a Amsterdam ni a Barcelona. Es para vender acá. En la villa del Bajo Flores, en los caseríos delante o detrás del Riachuelo, en el barrio Ludueña de Rosario, en el Colonia Lola de Córdoba (los cordobeses le dicen Colombia Lola), en las adyacencias de Guaymallén o Godoy Cruz del gran Mendoza.
El Papa –ahora y cuando era el cardenal Bergoglio–, los organismos internacionales, la Corte, los jueces federales, los padres de los pibes fuera de control en el Gran Buenos Aires. Todos vienen advirtiendo que se viene la droga. Que se viene con todo.
Eso significa que perfora las capas del Estado. ¿Qué dice un candidato en campaña? Dice Seguridad, Justicia, Educación, Salud. Todos esos ítems los va tachando el avance narco. Los maniata. Los limita. La droga sube, trepa por la escala social y se instala, por primera vez con tanta fuerza, en la campaña electoral.
Sólo hay que escuchar. Felipe Solá, Aníbal Fernández y sus ex competidores en la interna. También María Eugenia Vidal. Hablan de droga. Dicen que unos la van a combatir más que los otros. Lo dicen como argumento para ganar votos.
Ya nadie la niega.
El domingo 9 de agosto, cuatro horas antes de que el país comenzara a votar en las PASO, dos jóvenes fueron asesinados en Florencio Varela por una venganza narco. El búnker donde vendían al menudeo fue incendiado con ellos adentro. El país votaba y los bomberos juntaban los cuerpos incinerados de pibes que les vendían drogas a otros pibes. La política y los narcos seguían con su actividad en paralelo.
En la Policía se agregan controles toxicológicos a los exámenes de rutina a los agentes porque el consumo también los alcanza a ellos. En la Federal, el número de afectados crece cada año “sobre todo en los oficiales y suboficiales más jóvenes”, según dijo ayer una alta fuente de la fuerza. ¿Qué más hay que ver para ver la tormenta?
Tal vez el testimonio de los chicos de Córdoba que hacen trabajo social en una villa y disputan allí territorio con los narcos. Territorio y vidas. “El narco te paga el médico y la fiesta de 15 de tu hija, pero después te la viene a cobrar”, explicaron. Fue el mes pasado. Nadie fue a preguntarles nada.
Que en la Argentina aparezca ahora la droga en el top ten de las causas de deterioro de la salud de la población es una consecuencia lógica de acostumbrarse a convivir con los narcos.
Fuente: Clarin