El farmacéutico comunitario es un profesional muy valorado por la población, pero la sociedad demanda una mayor proactividad en su labor asistencial, en la provisión de servicios y una mejor comunicación de sus actividades.
Estas son algunas de las conclusiones recogidas en el documento ‘Cómo debe ser la farmacia que necesita la sociedad’, que han presentado este 26 de marzo en Infarma 2015 (Barcelona) la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (Sefac) y ratiopharm y que incluye distintas propuestas para mejorar la relación entre farmacéuticos comunitarios y pacientes a partir de las opiniones recabadas de la ciudadanía, las asociaciones de pacientes y de los propios farmacéuticos.
El documento, para cuya elaboración se ha partido de las conclusiones del estudio refcom. La realidad de la farmacia comunitaria en España (en el que se ha entrevistado a 1.000 ciudadanos, 800 farmacéuticos y a las principales asociaciones de pacientes y consumidores) y de la jornada de debate Cómo debe ser la farmacia que necesita la población, destaca que tanto la población general como, en particular, los pacientes dan una buena nota a la labor de los farmacéuticos comunitarios (un 7,4 de media). No obstante, el 49 por ciento considera también que los conocimientos de estos profesionales no se aprovechan lo suficiente y solo un 51 por ciento opina que el farmacéutico comunitario está bien integrado en el sistema sanitario. De hecho, solo un 9 de por ciento de la población reconoce a la farmacia comunitaria como un centro exclusivamente sanitario.
En cuanto a la provisión de servicios, tanto la población general como los pacientes tienen buena predisposición a hacer uso de ellos a un precio asequible. Algunos de estos servicios serían la cesación tabáquica, análisis de colesterol y azúcar, prevención de enfermedades y revisión y detección de los problemas de medicación. Otros servicios más valorados por las asociaciones de pacientes son la atención domiciliaria, el seguimiento farmacoterapéutico a los pacientes crónicos y el asesoramiento relacionado con el uso de medicamentos que no necesitan prescripción médica. Otro aspecto fundamental para la provisión de servicios de calidad y la mejora de la relación farmacéutico-paciente es reforzar la comunicación que puede ofrecer la farmacia comunitaria, ser más proactivo para mostrar el valor añadido de sus intervenciones y realizar encuestas de satisfacción para conocer las necesidades reales de los ciudadanos. Las asociaciones de pacientes también destacan la necesidad de que esa comunicación se traslade además a la relación con los médicos para resolver los problemas relacionados con el uso inadecuado de los medicamentos, al tiempo que consideran que el farmacéutico comunitario tiene un papel trascendental en la adherencia de los tratamientos.
Fuente: El Global (España)