Alergias, dolores de cabeza, gripes, gastritis, estrés; para todos estos males –y muchos otros- solemos tener soluciones que aparentan ser inofensivas y atacar directamente el problema que nos aqueja, pero sin pensar en los daños que en el corto o largo plazo nos pueden provocar.
La utilización de diferentes medicamentos sin consulta médica alguna se ha convertido en una cuestión cultural difícil de erradicar, influenciada muchas veces por la proliferación de opciones y promociones mediáticas sobre sus beneficios.
Uso abusivo
Consultado por este medio, el doctor Claudio Dituro, médico generalista y diabetólogo de nuestra ciudad, entiende que una arista de esta problemática tiene una relación cultural social innegable.
“Cada cultura genera patrones de comportamientos que con su repetición en el tiempo terminan realizándose de manera espontánea sin mediar ninguna reflexión, tornándose naturales, aumentando las posibilidades de generar circunstancias de vida que pueden ser perjudiciales o no”.
Pero si bien pueden no ser perjudiciales en algunos casos, según Dituro, el riesgo que puede traer aparejado el uso abusivo de medicamentos es mayor que el beneficio. Y más aún cuando el abuso se da con diferentes medicamentos sin precaución alguna.
“Creo que es un hábito que genera mucho más riesgos que beneficios, a no ser que se trate de personas educadas sobre su problema de salud, con conocimientos sobre los efectos que producen los medicamentos que consumen, su dosis adecuada, intervalos y signos de alarma por los efectos adversos que podrían producir. Siempre se debe quedar en contacto con su médico ante cualquier inconveniente que pueda surgir”, explica el profesional.
Si bien cada persona reacciona de distinta manera ante un mismo fármaco, -incluso a veces las características de su enfermedad no son equiparables a las de otro paciente-, el doctor Dituro advierte sobre los posibles riesgos que está práctica conlleva.
“Puede haber efectos adversos que ocasionan las drogas utilizadas, y en casos más severos, intoxicaciones; dependencia o adicciones; interacciones con otros fármacos que puedan disminuir o potenciar sus efectos; falta de efectividad por error diagnóstico, dosis subóptima o intervalos inadecuados -especialmente con ATB-“.
Pero ello no es todo, sino que sumado a esto, el uso de medicamentos por cuenta propia puede “enmascarar enfermedades dificultando el diagnóstico y demorando su tratamiento oportuno. También pueden generar tolerancia farmacológica”, destaca Dituro.
Respecto de la franja etaria en la que mayormente se detecta la automedicación, el profesional explica que “la población que más se automedica son los ancianos, quienes están más polimedicados, por lo tanto son los que más riesgos de interacciones y sobredosis presentan”.
Entre las consecuencias de la automedicación se encuentran las intoxicaciones, las adicciones, incluso la muerte -por hemorragias, daño cerebral, hepático, gástrico, paro cardíaco, entre otros-.
Pero estas no son las únicas, sino que la lista sigue.
“Un párrafo aparte merece la resistencia bacteriana”, explica Dituro. “Esta se da especialmente por los antimicrobianos, los distintos antibióticos. Este es un fenómeno por el cual un microorganismo, es decir una bacteria, virus o algunos parásitos, son inmunes a los efectos de los antimicrobianos, de modo que los tratamientos habituales se vuelvan ineficaces y las infecciones persisten. Al no controlarse pueden ser transmitidas a otras personas”.
Según Dituro, “la OMS alertó hace tiempo sobre éste problema y sus graves consecuencias, a no ser que se implemente un programa global y multidisciplinario para luchar contra ella”.
¿Automedicación responsable?
Consultado sobre la existencia de una automedicación responsable, Dituro advirtió que muchos casos es posible educar al paciente.
“Es importante definir a la automedicación como la utilización de medicamentos, hierbas y remedios caseros por iniciativa propia o por consejo de otra persona sin intervención por parte del médico”, destaca.
Pero aún así, “la automedicación no debe entenderse siempre como un acto erróneo, sino que llevada a cabo de forma responsable, previa educación y consejería médica, puede aportar importantes ventajas sobre la salud de las personas”.
Respecto de la facilidad con que a veces se expenden determinados medicamentos, el profesional remarca que “el hecho de que exista una receta de por medio determina un rasgo de formalidad, lo cual trae implícito responsabilidades. Si bien es cierto que hay medicamentos de venta libre -alrededor del 10% de los fármacos-; creo que el acto médico que constituye el realizar una receta médica está tan banalizado que es por eso que se siguen vendiendomedicamentos potencialmente tóxicos como si fueran golosinas”
El riesgo se multiplica cuando no se comprende el potencial riesgo de posibles efectos adversos que puede generar en las personas que lo ingieren.
Asimismo, el profesional entiende que “muchas personas, por falta de tiempo, por evitar la consulta al médico, por subestimar ciertas enfermedades o tal vez por el hedonismo imperante en ésta época -es decir la búsqueda de placer o solución inmediata a la necesidad-, se automedican y ven qué pasa”.
Aunque suene arriesgado, es lo que sucede.
“Si mejoran el problema está resuelto y si se complica, consultan. Esto a veces se da tarde, lo cual puede ser grave e incluso a veces ocasionar secuelas. Incluso la muerte”, asegura.
Dituro destaca “la absoluta responsabilidad que tiene el personal farmacéutico al expender dichos medicamentos, quienes también pueden prescribirlo, desde mi óptica, en demasía. Actualmente se habla de ‘uso irracional de medicamentos’”.
Medios influyentes
La publicidad constante de distintos paleativos, sin dudas hace mella en aquellos dispuestos o proclives a buscar soluciones por cuenta propia.
“La influencia de los medios, desde ya que es muy notoria. La gente conoce muchos medicamentos por los distintos programas de TV -periodísticos, comedias-, de radio, medios gráficos, donde se publicitan”, explica Dituro.
“Es por eso que la industria los utiliza como vehículo de marketing, omitiendo el riesgo que ello puede ocasionar en determinadas personas. Creo que éstos espacios deberían ser utilizados para campañas de prevención donde se brinde asesoramiento, y se propicie la educación en salud a través de la consejería médica”.
Los fármacos más utilizados
– Alrededor del 40% (4 de cada 10 argentinos) se automedica ATB sin supervisión profesional, en especial los sectores de alto poder adquisitivo.
– Aproximadamente el 15 % de la población consume psicofármacos y antidepresivos.
– El 50 % de los casos de intoxicaciones es por medicamentos de uso frecuente en el hogar, especialmente benzodiacepinas, antidepresivos, antiinflamatorios no esteroideos -ibuprofeno, diclofenac-, aspirina, paracetamol y sildenafil.
Abuso de tranquilizantes y ansiolíticos
Las consecuencias del abuso de psicofármacos pueden ser muy serias tanto para hombres como para mujeres, “generando intoxicaciones por sobredosis y comprometer la vida; pueden provocar dependencia física y psíquica lo cual se traduce en adicción; tolerancia –por lo que se aumenta progresivamente la dosis de los mismos con el riesgo que ello acarrea -depresión respiratoria y posterior paro respiratorio-, en algunas oportunidades pueden producir un efecto rebote, provocando una respuesta cada vez peor al efecto buscado”, explica Dituro.
Pero no solo el abuso trae consecuencias aparejadas sino la misma interacción con otros medicamentos puede ocasionar efectos negativos.
“Todo esto conlleva a aumentar considerablemente los costos directos, indirectos e intangibles en salud por aumento de consultas médicas; nuevos fármacos para resolver los problemas ocasionados por los anteriormente utilizados; internaciones; nuevas enfermedades o lesiones graves; ausentismo laboral o escolar; pérdida de calidad de vida”.
Fuente: La Verdad Online de Junín ( Argentina )