Una clase de fármaco interfiere con una sustancia cerebral clave, pero el estudio no puede probar causalidad. Un estudio reciente ha vinculado el uso a largo plazo y/o a una dosis alta de una clase de medicamentos utilizados para la fiebre del heno, la depresión y otros males con un riesgo más alto de demencia.
Los fármacos, llamados anticolinérgicos, incluyen la difenhidramina (Benadryl) de venta libre, y antidepresivos tricíclicos como la doxepina (Sinequan). Esta clase de medicamento también incluye a antihistamínicos más antiguos como la clorfeniramina (Chlor-Trimeton) y los fármacos “antimuscarínicos” para el control de la vejiga, como la oxibutinina (Ditropan).
Pero el estudio solo pudo señalar una asociación entre el uso a largo plazo o en dosis altas de esos fármacos y un mayor riesgo de demencia, no pudo probar causalidad.
Además, la relación “no ocurrió en el rango de dosis más bajas, sino en las dosis más altas usadas a largo plazo”, dijo un experto, el Dr. Alan Manevitz, psiquiatra clínico del Hospital Lenox Hill, en la ciudad de Nueva York. Manevitz no participó en el nuevo estudio.
Manevitz también enfatizó que los consumidores “no deben dejar de forma abrupta ningún tratamiento farmacológico actual, sino hablarlo con el médico primero”.
El nuevo estudio fue dirigido por Shelly Gray, del Instituto de Investigación sobre la Salud Grupal y la Universidad de Washington. Su equipo explicó que la clase de medicamentos anticolinérgicos funcionan al bloquear un neurotransmisor llamado acetilcolina, tanto en el cerebro como en el cuerpo.
Manevitz anotó que las personas “que sufren de Alzheimer por lo general muestran una escasez marcada de acetilcolina”.
El nuevo estudio observó los resultados de más de 3,500 adultos mayores a quienes se dio seguimiento durante más de siete años. El grupo de Gray halló que las personas que tomaban al menos 10 miligramos (mg) al día de Sinequan, 4 mg al día de Benadryl o 5 mg al día de Ditropan durante más de tres años tenían un riesgo más elevado de contraer demencia.
Manevitz anotó que el uso ocasional de esos fármacos no pareció vincularse con un aumento en el riesgo de demencia. “El riesgo de demencia se debió a la exposición total acumulada, no a un régimen corto agudo de tratamiento”, dijo.
Y Gray apuntó en un comunicado de prensa del instituto que “los adultos mayores deben saber que muchos fármacos, incluso algunos disponibles sin receta como los somníferos de venta libre, tienen unos efectos anticolinérgicos potentes. Y deben hablar con sus proveedores de atención sanitaria sobre todos los [medicamentos] sin receta que usen”, añadió.
Pero “nadie debe dejar de tomar ninguna terapia sin consultar al médico”, planteó Gray, directora del programa de farmacología geriátrica de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Washington.
En lugar de ello, “los proveedores de atención sanitaria deben revisar con regularidad los regímenes farmacológicos de sus pacientes mayores, incluyendo los medicamentos de venta libre, para buscar la oportunidad de usar menos anticolinérgicos a unas dosis más bajas”, aconsejó.
El estudio, publicado el 26 de enero en la revista JAMA Internal Medicine, es el primero en vincular un mayor uso de anticolinérgicos con un aumento en el riesgo de demencia, aseguraron los investigadores. También es el primero en sugerir que el riesgo de demencia asociado con esos fármacos quizá no sea reversible incluso años después de que las personas dejen de tomarlos.
Manevitz afirmó que el nuevo estudio estuvo “bien diseñado”, y dijo que el tema de la reversibilidad es preocupante.
“La opinión general ha sido que el deterioro cognitivo leve es reversible al descontinuar la terapia anticolinérgica”, dijo, pero este estudio halló lo contrario.
Según Manevitz, “debemos educar a los pacientes y a sus familias sobre los fármacos sin receta y las terapias alternativas. También, las personas mayores en los hogares de ancianos tienden a tener una larga lista de medicamentos, que debe revisarse de forma periódica para ver si hay que continuar con los fármacos, las interacciones y la redundancia”.
Considera que los médicos deben pensar en encontrar sustitutos a los anticolinérgicos cuando sea posible, recetar la dosis más baja que puedan y detener los fármacos tan pronto como sea médicamente aconsejable.
Gray ofreció un consejo similar. “Si los proveedores deben recetar un fármaco con efectos anticolinérgicos porque es la mejor terapia para el paciente, deben usar la dosis efectiva más baja, vigilar la terapia con regularidad para garantizar que funcione y detener la terapia si no es efectiva”, sugirió.
Comentó que hay sustitutos disponibles para algunos anticolinérgicos, como un antidepresivo inhibidor selectivo de la recaptación de la serotonina (ISRS) como citalopram (Celexa) o fluoxetina (Prozac) para la depresión, o un antihistamínico de segunda generación como la loratadina (Claritin) para aliviar las alergias.
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTES: Alan Manevitz, M.D., clinical psychiatrist, Lenox Hill Hospital, New York City; Group Health Research Institute, news release, Jan. 26, 2015