El nuevo tratamiento farmacológico lleva tres meses. En la 24ª semana posterior al tratamiento ya no hay carga viral en la sangre. “Es una enfermedad en vías de extinción”, afirman. El problema es la falta de detección a tiempo. La hepatitis C será una enfermedad en vías de extinción, y no hablo de un sueño, se trata de una nueva realidad.” Así lo anunció Charles Gore, el presidente de la alianza mundial contra la hepatitis C, durante el 49º Encuentro Anual de la Asociación Europea para el Estudio del hígado (EASL 2014).
Las protagonistas de la reunión fueron las nuevas drogas para tratar a una de las enfermedades infecciosas que se transmiten vía sanguínea, y de la que menos conocimiento tiene la gente: la hepatitis C, patología que pertenece al grupo de enfermedades silentes, aquellas que no muestran síntomas hasta que los daños son muy graves como la cirrosis, fibrosis y el cáncer de hígado.
Los nuevos regímenes de fármacos orales para el tratamiento de la hepatitis C de genotipo 1 (el de mayor prevalencia) ya finalizaron la fase 3 de investigación clínica, y demostraron una tasa de efectividad superior al 96% de cura virológica, una de las tasas más altas entre las nuevas drogas para el virus C, lo que significa que en casi la totalidad de los casos analizados, la carga viral no aparece en sangre hasta 24 semanas posteriores al tratamiento que tiene una duración de tres meses.
Las drogas, que podrían llegar a la Argentina a mediados de 2015, se caracterizan por ser libres de interferón, uno de los componentes que más efectos adversos ocasionan en los pacientes. Durante muchos años, el tratamiento consistió en la asociación de interferón pegilado más ribavirina, con lo que se conseguía un modesto porcentaje de curación (entre el 40 y el 45%); el tratamiento era prolongado y con múltiples consecuencias como fiebre, cansancio, depresión, anemia, afectación tiroidea, entre otros.
“Estamos frente a una transformación en el tratamiento de esta enfermedad, un cambio de paradigma”, aseguró Graham Foster, profesor de hepatología en la Universidad Queen Mary de Londres. El régimen de tratamiento consiste en una combinación de dosis de ABT-450/ritonavir, ombitasvir y dasabuvir. Entre todas logran una respuesta virológica sostenida en el tiempo. “Si a las 24ª semana no presentan el virus en la sangre, existe una altísima chance de que no vuelva”, destacó Foster.
Los últimos estudios realizados en base a estos tratamientos no sólo fueron dirigidos a pacientes con hepatitis C crónica que aún no hubieran recibido tratamiento convencional, sino también a quienes lo habían recibido pero sin resultados positivos, y también en pacientes con cirrosis hepática. En aquellos que no habían recibido tratamiento previo, se logró tasas de respuesta viral sostenida de más del 96% y en pacientes previamente tratados con interferón y ribavirina con infección crónica por virus de la hepatitis C con genotipo 1, del 95 al 100 por ciento.
Los resultados de estos estudios, Sapphire-I y Sapphire- II, fueron publicados en la versión online de The New England Journal of Medicine. En los pacientes con cirrosis hepática, una población difícil de tratar, el estudio denominado Turquoise-II demostró tasas de respuesta viral sostenida de 91,8 y 95,9% tras 12 y 24 semanas de tratamiento, respectivamente.
“No dejan de impactarme los resultados alcanzados por las nuevas drogas, que también ayudan a los pacientes con cirrosis avanzada, un grupo que hasta hoy no tenía chances de curación, y se ha demostrado que el estado de enfermedad hepática se revierte, aunque no del todo”, destacó Fernando Bessone, profesor adjunto de Gastroenterología de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario.
Por su parte, Stanislao Pol, profesor de Hepatología y Gastroenterología de la Universidad de París Descartes, aseguró que “los ensayos clínicos de estas drogas son de los más seguros y de los más numerosos en cuanto a la muestra de pacientes. Estos tratamientos cambian para siempre el futuro de esta enfermedad y mejorarán la calidad de vida de los pacientes”. A su lado, Michael Manns, profesor y jefe del departamento de gastroenterología, hepatología y endocrinología de la escuela médica Hannover de Alemania, subrayó que si bien “aún no conocemos el costo exacto de la droga, esperamos que se pueda garantizar el acceso en todos los países”.
EL TEST. Desde las asociaciones que atienden enfermedades del hígado, tanto en la Argentina como en todo el mundo, se transmite un único y fundamental mensaje: “Toda persona debe realizar el test de hepatitis C, al menos una vez en su vida.” El argumento no es menor, ya que al tratarse de una enfermedad infecciosa que se transmite vía sanguínea, quienes realizaron transfusiones de sangre no seguras (principalmente antes de 1992, año en que se comenzó a controlar la presencia del virus C, descubierto en 1989) o quienes asistieron al odontólogo antes en la década del ’80 o antes, cuando se creía que el alcohol eliminaba cualquier bacteria o virus, pueden pertenecer a un grupo de riesgo. De la misma forma, quienes se hicieron un tatuaje o piercing en condiciones no seguras, o aquellos consumidores de drogas inyectables. El riesgo de transmisión a través de las relaciones sexuales podría ser mayor cuando una mujer está menstruando o cuando uno de los miembros de la pareja presenta lesiones genitales.
En la Argentina, se estima que entre 600 mil a 800 mil personas padecen hepatitis C, sin embargo, sólo el 17% cuenta con un diagnóstico. De hecho, los expertos suelen afirmar que la hepatitis C, mata a más personas que el VIH, porque hay tres o cuatro veces más de infectados de hepatitis c (600 mil) que por VIH (140 mil), y como la mayoría no lo sabe, no accede a un tratamiento.
“Necesitamos que se testeen. Ya sabemos que no se trata de un problema de drogadictos, todos pudimos haber estado en presencia del virus C. Incluso en esta sala alguno de ustedes puede tenerlo”, aseguró el académico Graham Foster a una turba de periodistas de todo el mundo que lo miraban boquiabiertos.
Los pacientes con hepatitis C suelen sentirse estigmatizados, lo que los lleva a ocultar su enfermedad. El estigma alimenta un círculo vicioso en el que “quienes sospechan su infección prefieren no realizar el test por miedo al qué dirán, y otros tanto tienen total desconocimiento sobre los factores de riesgo”, subrayó Charles Gore, presidente de la Alianza Mundial contra la Hepatitis, y quien fue diagnosticado con hepatitis C en 1995 y cirrosis en 1998.
Los especialistas alertaron sobre la importancia de las campañas contra la hepatitis C dirigidas a pacientes y médicos de atención primaria. “Son muchos los médicos que no piden el análisis porque no saben siquiera cómo pedirlo, y muchas veces son los pacientes los que solicitan el análisis que no resulta nada costoso para el sistema sanitario”, explicó el hepatólogo Fernando Bessone.
Los expertos de todo el mundo coincidieron en que los nuevos hallazgos farmacéuticos permiten dejar atrás a la hepatitis C como enfermedad crónica que a largo plazo ocasiona graves patologías asociadas, y comenzar a pensarla como una enfermedad que puede erradicarse a partir del tratamiento, y en consonancia con el compromiso de realizar el test para detectarlo. «
El Panorama en la Argentina
La Argentina es uno de los 17 países que cuenta con un el Programa Nacional de Control de las Hepatitis Virales. Desde el 2012, el Ministerio de Salud de la Nación cuenta con el programa que funciona en la Dirección de Sida y (ETS) y que tiene a cargo a las políticas de promoción, prevención, provisión de los recursos necesarios para diagnóstico y tratamiento de las hepatitis virales. “Estamos trabajando en estudios epidemiológicos, y en programas provinciales. Todos deberían conocer más sobre las hepatitis, y ese es uno de los objetivos del programa”, señaló Carlos Falistocco, director ejecutivo de la Dirección de Sida, y destacó la importancia de las incorporaciones de las vacunas para las hepatitis A y B en el calendario de vacunación (la hepatitis C no cuenta con una vacuna). La inmunización para la hepatitis A se aplica a los 12 meses de vida o a niños que nacieron a partir de 2005 (en el caso de no haberla recibido al año). Para el virus B, se aplica una dosis dentro de las 12 horas de vida y luego como parte de la vacuna pentavalente a los 2,4 y 6 meses de vida. También fue incorporada al calendario para todos los adultos.
Derribar el Estigma
“Lo primero que se te viene a la cabeza cuando conocés el diagnóstico es la pregunta por qué a mí, inmediatamente después pensás en cuándo pudo haber pasado. Algunos recuerdan que se tatuaron en Brasil de forma no segura, o alguna transfusión de sangre también insegura. En mi caso, me lo detectaron cuando tenía 40 años y recordé que cuando era chico, si el médico venía a casa a darme algún medicamento inyectable después hervía la jeringa y aguja antes de pasar a aplicársela a mis vecinos. La hepatitis C no muere con un hervor. Hoy lo sabemos”, cuenta Eduardo Pérez Pegué, director ejecutivo y fundador de la Fundación HCV sin fronteras (por las siglas en inglés para el virus tipo C) la creó en 2000, y está compuesta por pacientes del país y del mundo.
A Eduardo le detectaron la hepatitis en 1999, y en 2000 comenzó el tratamiento diario con interferón, que en aquel entonces era inaccesible por lo que tuvo que vender sus bienes para adquirirlo. En aquella época pensó en una fundación que nucleara a los pacientes, y luego organizó una caminata desde Pinamar hasta el Ministerio de Salud de la Nación. Fue el primer acto por parte de los pacientes y una de las primeras acciones de Latinoamérica para alertar sobre sus necesidades y derechos.
“Logré curarme, pero diez años después me detectaron cáncer de colon con metástasis en el hígado. En la actualidad, los médicos están analizando mi situación”, cuenta Eduardo, y sigue: “Las nuevas drogas sin lugar a dudas forman parte de un cambio de paradigma sumamente positivo porque aumentan la efectividad en menos tiempo de tratamiento, y en algunos casos como en los de los pacientes con cirrosis permite mejoras notables.”
Para muchos pacientes, la enfermedad lleva consigo una pesada mochila de estigma. “La gente no quiere hablar del tema y suele confundirse a la hepatitis C con la A o la B por lo que creen que se contagia (de contacto) entonces muchos no quieren compartir un mate con uno, incluso muchos médicos no te dan la mano”, explica Eduardo, para quien “si no logramos derribar la ignorancia sobre el tema, no podemos pretender que la gente se interese en detectar la enfermedad. Se trata de una causa urgente.”
La fundación brinda asesoramiento vía Internet. El 26 de abril de 2014 la fundación hará la Jornada de capacitación en hepatitis B y C para todo el personal de salud, en Pinamar. Para informes e inscripción comunicarse al (02254) 495631. Son 160 los millones de infectados en todo el mundo. Cada año se presentan de 3 a 4 millones de nuevos casos; 85% de los que se infectan con el virus desarrollan una infección de por vida. La cirrosis es una de las enfermedades asociadas.