El gobierno busca un acuerdo para bajar los precios de los medicamentos

Una de las claves que se baraja para reducir los valores es promover cambios en la normativa que favorezcan el consumo de genéricos que tras un lobby de los grandes laboratorios quedó disminuida al 1,8% de todo el negocio. 

El gobierno nacional empezó a configurar en las últimas semanas un acuerdo con la cadena de producción de medicamentos para lograr una baja en los precios, ante un alza en los valores de los productos más demandados en el mercado argentino. Además, el Estado busca poner freno a una trampa común del propio rubro: los médicos y visitadores se acostumbraron a hacer lobby a favor de las primeras marcas, generando una caída en la venta de medicinas genéricas y “lavando” el contenido de una ley que es clave para el acceso a la salud de los sectores más humildes. El problema del desequilibrio en los valores de los remedios es una problemática extendida, que ha llevado, por caso, a España a intentar regular la actividad en el año 2011 (ver aparte). Los números en Argentina muestran un negocio millonario, que sigue favoreciendo la concentración y haciéndole perder terreno a los genéricos: al mes de octubre de 2013, el mercado de los medicamentos facturó $ 3.141.388.141, de los cuales $ 3.083.991.867 correspondieron al mercado de marcas (grandes laboratorios); mientras que sólo $ 57.396.274 fue facturación de genéricos. En consecuencia, los genéricos –que le permiten al consumidor elegir entre una amplia oferta de productos con la misma droga pero a precio más bajo– sólo representaron el 1,8% del negocio total de medicamentos en el país. En 2012, el sector en su conjunto facturó más de $ 3500 millones. 

payday loans in des moines iowa

“Los precios de los medicamentos acá son superiores a los del resto cheap cialis tablets del mundo”, fue la frase que uso el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, en una reunión que mantuvo hace unos meses con los principales referentes del sector. Lo escuchaban, con carpetas en mano, los popes de la Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos (CILFA), la Cámara Empresaria de Laboratorios Farmacéuticas (Cooperala), los farmacéuticos de Facaf, y las entidades de especialidades medicinales Adem y Caeme. En el mismo encuentro, Moreno fue concreto: les pidió a las cámaras que armen una estructura de costos de producción, por tipo de medicamento. Y les especificó que para medir competitividad hay que calcular el precio de exportación del país exportador menos los subsidios recibidos, lo que daría un precio de salida de fábrica real. 
Esta práctica de estudio de costos es similar a las que ya se han realizado con otros rubros de la economía, como la carne y la metalurgia. Según pudo saber Tiempo Argentino, antes de fin de año habrá por lo menos dos nuevos encuentros para buscar una salida al tema del costo y precio de los medicamentos. El primero será esta misma semana y se precisarán los alcances de las nuevas medidas de competitividad y las cámaras entregarán los estudios de costos. 
A la luz de los hechos, el requerimiento de Moreno a las empresas no parece ser caprichoso: los laboratorios se quedan hoy con el 95% de las ganancias de la mayoría de los remedios, y el 5% restante es de las farmacias y droguerías. Es que, salvo en contadas ocasiones, los grandes laboratorios tiene participación en la cadena de distribución, ergo, produce y entregan. 
El de las amoxicilinas es un caso testigo: un informe del sector de octubre del 2013, al que accedió Tiempo, evidencia que en esta medicina –usada para tratar infecciones de diferente grado– el laboratorio Roemmers, junto con Bagó y Bernabó concentran el 85% del mercado de amoxicilinas, tanto en unidades como en dinero. Además, esta cartelización de pocas empresas, sumada al juego de recomendaciones de los médicos de cabecera y los visitadores sobre ciertas primeras marcas, genera un aniquilamiento de los genéricos. Por ejemplo, hace un tiempo Roemmers presionó a los médicos a adoptar el Optamox Dúo en remplazo del Amoxidal. Ambos son fabricados por Roemmers, con la misma droga. Sin embargo, el Precio de Venta al Público (PVP), del Amoxidal es sólo un tercio del Optamox. Es decir, el más barato sería igual de eficaz, pero la recomendación de los doctores inclinó la balanza hacia el más caro, con la excusa de ser un producto más moderno. Este producto, junto a muchos de los más vendidos, ha aumentado de precio por encima de la media, hasta casi un 70% en tres años. Mientras que los más monitoreados por el Estado, los que están en  el Programa Médico Obligatorio (PMO), sólo subieron cerca de 30%. Los abusos de precios se ven incluso en otro estudio reciente de la Asociación de Agentes de Propaganda Médica (AAPM), que plantea que algunos precios no guardan relación con la cantidad de dosis contenidas en el producto. 
Es que, con nuevas presentaciones, aplican sobreprecios de hasta un 100 por ciento. Un ejemplo citado por la AAPM: el Atenolol de Gador –un beta bloqueante para enfermedades cardiovasculares– cuesta $ 33,97 el blíster de 25 mg y 56 comprimidos; en tanto que el 25 mg por 60 comprimidos cuesta $ 13,50. Es decir, menos de la mitad con un comprimido más. 
En este marco, la preocupación del Estado está centrada en equilibrar un mercado de enormes márgenes de rentabilidad, siendo además que es el mismo Estado quien comprar el seis de cada diez remedios que salen de los laboratorios. 
A los fines prácticos de abordar la cadena, Comercio trabajó en tándem en las reuniones con un grupo interdisciplinario que incluyó los ministerios de Industria, Trabajo, la Superintendencia de Salud, la Anmat y Ciencia y Técnica. En las reuniones, los técnicos de la cartera que conduce Débora Giorgi plantearon, por ejemplo, la necesidad de darle un nuevo impulso a la ley de Genéricos, y que las Universidades Públicas aumenten su producción de remedios y amplíen su gama de productos. Además, mostraron estudios que prueban que los costos de comercialización y publicidad son muy elevados “en relación a los estándares internacionales”, lo que termina distorsionando el precio final. La Anmat planea, en tanto, que no se llame “laboratorios” a los establecimientos que sólo fraccionan. En este punto coincidieron con Moreno, quien tiene en mente desagregar a los productores por actividad, en importadores, importadores y fraccionadores, importadores y mezcladores, e investigadores y desarrolladores. En este marco, las empresas se comprometieron a sumar soluciones para un asunto complejo. Y en los encuentros ya realizados, hasta algunos de los presentes representantes del Estado se animó a plantearles a los empresarios una caída en los descuentos a afiliados de la medicina prepaga. Un dinero que las prepagas estarían recibiendo en forma indirecta.  «
 
 
Cómo regulan en el mundo
 
 
La regulación del sector medicamentos no es potestad única de Argentina. Brasil tiene en sus leyes un techo para los precios, que se calcula en relación a una serie de índices de costos industriales. Según explica el portal visitadoresmedicos.com, Colombia tiene un régimen aún más estricto, de tres alternativas: “libertad vigilada”, para la mayoría de los medicamentos; “libertad regulada”, para los medicamentos para el VIH; y “control directo”, aplicado para los productos que ingresan al mercado con un precio superior al valor de referencia. 
Por otra parte, el Ecuador existe un control de precios que impone un margen de ganancia máximo del 20%, calculado sobre los costos y gastos declarados por las farmacias. Honduras tiene una reglamentación similar. 
Por último, y desde 2010, Uruguay aplica un control de precios: prevé que los medicamentos de alto costo requieren un informe técnico y de costos para determinar cuál será su precio al consumidor. España, Inglaterra y Australia también controlan precios.