Alma al aire

Según dicen alguna antiguas tradiciones,

el árbol de la vida crece al revés. 

El tronco y las ramas hacia abajo, las raíces hacia arriba.
La copa se hunde en la tierra, las raíces miran hacia el cielo.
No ofrece sus frutos, sino su origen.
No esconden bajo tierra lo más entrañable, lo más vulnerable,
sino que lo arriesga a la intemperie:
entrega sus raíces en carne viva, a los vientos del mundo.

-Son cosas de la vida- dice el árbol de la vida.

Eduardo Galeano

por Eduardo Simón Moscovich*

En el reciente encuentro de la dirigencia farmacéutica en Pinamar (Jornada de Capacitación e Dirigentes), entre los tópicos tratados salió a la palestra como es obvio, el rol que debemos cumplir profesionalmente en la oficina farmacéutica.

A esta altura de los acontecimientos suenan redundantes todos los calificativos que podemos mencionar como importantes en nuestra función; pero es evidente que la práctica diaria demuestra que aquellos que cumplen la tarea que los nuevos tiempos indican recogen el reconocimiento de su público sobre la labor realizada: el consejo, la información, la seguridad en la dispensa, el comentario adecuado son tarde o temprano hechos que el paciente aprecia y valora.

Es necesario que los colegas comprendamos la necesidad de asumir ese papel, que nos gratificará con una mejor respuesta de nuestra gente.

Mientras transcurría la jornada no pude dejar de recordar algunas enseñanzas que maestros de la dirigencia me supieron transmitir ya hace mucho tiempo. El más lejano fue en épocas en que mi padre colaboraba en la filial Morón, mi ciudad natal y donde él tenía su farmacia: la presidencia la ejercía el colega Trissano, a su vez comisario de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, él decía que por momentos el mostrador de su farmacia le recordaba su despacho de la comisaria: su gente le transmitía sus inquietudes, sus problemas, sus dudas y la necesidad de ser escuchado, atendido y aconsejado.

El segundo del colega Alberto Fernández, presidente de la filial Merlo, en la época en la que yo arribe a dicho lugar con mi primer farmacia luego de haber transitado por la industria farmacéutica; Alberto decía que debíamos transformarnos en el “Escribano del medicamento”, dar fé de nuestra dispensa, certificar con seguridad nuestra entrega.

Por ultimo un gran recuerdo para el profesor Dr. Chechile, en nuestras charlas el manifestaba que nuestro error, en sus palabras, era “prestar la víbora…”. “Estás sentado leyendo el diario viene un paciente, hace una consulta, la atiende tu ayudante, viene y te transmite el problema que le plantean, vos lo escuchas, le decís que tiene que hacer y seguís leyendo…”.

Así acostumbras a tus ayudantes a que ante una inquietud semejante en la próxima consulta ni te vayan a preguntar.

El tema es complejo pero más sencillo de lo que parece, aunque es real que hoy abrumado por las infinitas tareas a que nos vemos abocados, es extenuante mentalmente la gestión y no queda tiempo libre para nuestro rol más importante: la atención farmacéutica, que cuando la podemos ejercer da sus frutos en la respuesta de nuestra gente.

Miremos el árbol de la vida, revitalicemos nuestras raíces y prestigiemos nuestra tarea.

Que aquel boticario que antaño era uno de los personajes de cada pueblo recupere su lugar entre los notables del mismo.

*El colega Moscovich es una reserva de la historia institucional, ejerce en su farmacia en Merlo y ha comenzado a colaborar en el BFB Digital, lo cual agradecemos por estilo y contenido.