Racionalidad en el uso de los medicamentos

CARLOS~1Los modelos sociales auspiciados y promovidos en la actualidad suponen la solución de casi todos los problemas de la vida diaria a través del consumo de fármacos o sustancias.

Por Carlos Damín

El fenómeno de la “medicalización” pasó a ser el modo de ordenar los llamados disfuncionamientos sociales, propiciado por la difusión y circulación masiva de los psicofármacos, para lograr alcanzar así un “buen nivel de adaptación”.

La sociedad argentina está, en general, sobremedicada y polimedicada. La propaganda agresiva, publicidad costosa y siempre innecesaria de fármacos, complica el habitual desempeño de los médicos en la consulta.

El impacto de este fenómeno en la práctica médica es indudable: pocos pacientes se retiran de la consulta sin una receta, y no son menos los que cambian de médico si no reciben la prescripción de un fármaco en la primera consulta.

La publicidad y promoción activa por los medios masivos de comunicación, aumenta la automedicación irresponsable y el uso irracional de medicamentos. Los medicamentos abandonan así su lugar de bien social, esencial para la salud pública, y pasan a ser un bien de consumo.

Entre los medicamentos, es preciso distinguir aquellos de venta bajo prescripción o receta, de los de venta sin receta o de venta libre. Sobre estos últimos existe la suposición errónea e instalada entre el público en general, de que son inocuos.

No existe medicamento inocuo. Todos los medicamentos sin excepción, empleados en dosis excesivas o durante períodos demasiado prolongados, en situaciones en que no estarían indicados, pueden producir efectos secundarios, colaterales, indeseables o adversos, generar interacciones con otros fármacos o sustancias, inducir conductas de abuso o dependencia e incluso retrasar el diagnóstico de una afección que requiera cuidados médicos.

Además, se observa en la población poca información sobre contraindicaciones y poca lectura de los prospectos.

Un punto de inflexión

Con la sanción de la ley N° 26.567, que prohíbe la venta de medicamentos fuera de las farmacias, se logró un punto de inflexión. Las farmacias aseguran la calidad y condiciones de conservación de lo que se expende, mientras que los farmacéuticos recuperaron el rol fundamental de dispensar asesorando en su función de agentes de salud y de contralor, encargados de velar por el cumplimiento de la presentación de la receta médica cuando corresponda.

Así, es posible que el medicamento recobre la función y el respeto originales.

La dimensión del problema exige acciones y conductas claras y concretas: la automedicación responsable y el uso racional de medicamentos, la difusión científica y seria, la prevención a nivel comunitario así como el estímulo de formas de desenvolvimiento menos

peligrosas. Es prioritario trabajar sobre la promoción de la salud, destacando la importancia y los beneficios de una vida con hábitos más sanos en todos los niveles sociales y grupos etarios.

La Nación 14-03-13