Como toda enfermedad crónica, el asma bronquial requiere para mantenerla a raya un seguimiento continuo.
Pese a que la mayoría de las personas asmáticas dice llevar la enfernedad bajo control, la realidad parece ser muy diferente. Mientras el 77% de la población afectada de asma en nuestro país percibe que la controla, sólo el 5% efectivamente lo logra, de acuerdo a los criterios de la Iniciativa Global para el Asma.
Los resultados surgen del estudio Asthma Insights and Management realizado a 2.169 pacientes adultos y padres de adolescentes con asma de cinco países de América Latina, incluida la Argentina, donde se estima que hay cuatro millones de afectados. Aquí el trabajo estuvo a cargo de la Fundación CIDEA, especializada en enfermedades respiratorias.
¿Cómo es posible tanta amplitud entre la realidad y la creencia de los pacientes? El neumonólogo Daniel Colodenco, ex presidente de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria, responde: “Uno les pregunta cómo se sienten y responden que están bien. Pero a medida que indaga más, se cae en la cuenta de que no salen a caminar o resignan la actividad física debido al asma. En realidad, no están tan bien como dicen”.
El 42% de los consultados admitió que los síntomas del mal limitan sus actividades cotidianas y el 65% reconoció que afectan su capacidad para realizar deportes y otras actividades recreativas. “El problema son las bajas expectativas de mejora y la falta de un control adecuado por parte de los pacientes”, remarcó Colodenco, que reveló además que de las 164 internaciones por asma tratadas el año pasado en el hospital María Ferrer, el 75% pudo haberse evitado.
“No hay que guiarse por el síntoma y creer que cuando el broncoespasmo desaparece, por el uso de un broncodilatador, ya está solucionado. La cuestión de fondo, la inflamación, sigue estando”, destaca el médico Hugo Neffen, jefe de la Unidad de Medicina Respiratoria del Hospital de Niños Orlando Alassia, de Santa Fe.
“El subdiagnóstico de la enfermedad y los tratamientos no adecuados a las guías internacionales contribuyen a la falta de control”, agregó el especialista.
En peor situación respecto a los que no se tratan en forma correcta están los que conviven con el asma y no lo saben. Desde Fundaler llevan adelante desde hace una década un programa para la detección temprana de la enfermedad. “La hipótesis higiénica es la más aceptada en cuanto a las causas de este incremento”, dijo a Clarín el doctor Wenceslao de la Vega, vicepresidente de la entidad. “La falta de contacto en los primeros años de la vida con las bacterias que nos rodean debido al uso indebido y exagerado de los antibióticos y la higiene de los hogares, provocaría un cambio en el sistema inmunológico que favorecería la aparición de las enfermedades alérgicas”, explicó.
El asma se caracteriza por episodios agudos que se manifiestan a través de síntomas como las sibilancias (emisión de silbidos al respirar), sensación de presión en el pecho, dificultad para respirar y tos. Otras consecuencias negativas de un asma mal tratado son la baja en la productividad y el ausentismo laboral y escolar.
Según el estudio, un 45% de los adolescentes perdió días de clase debido a los síntomas. “Es una enfermedad crónica y así como el hipertenso debe acostumbrarse a las pastillas para controlar su presión, lo mismo debe ocurrir con el que padece asma bronquial” recomendó el doctor Jorge Máspero, director médico de CIDEA y coordinador del trabajo. “Se trata de educar al paciente y no de un problema de acceso a los medicamentos y
tratamientos” agregó y coincidió con Colodenco en que la terapéutica existente hoy en día es “amplia y eficaz” para mantener bajo control la enfermedad.
Fuente: http://argentina.pmfarma.com