Esta percepción distorsionada de la propia imagen mejora con una combinación de tratamiento farmacológico y psicoterapia.
Todos nos hemos preocupado por llevar el pelo mal peinado, por alguna espinilla en la piel, por ser demasiado blancos o pelirrojos, o hemos deseado de forma espontánea una cara, un perfil o un cuerpo más “perfectos”. Cuando estos deseos no interrumpen nuestra vida cotidiana no pasa nada. Sin embargo, las personas que padecen trastorno dismórfico corporal van mucho más allá. Se obsesionan, exageran e, incluso, imaginan defectos físicos hasta el punto que estas creencias afectan a su trabajo, los estudios o a sus relaciones sociales. Nuevas investigaciones apuntan, ahora, que la psicoterapia, sola o combinada con fármacos, es el mejor método para tratar la enfermedad.
El trastorno dismórfico corporal (TDC), declarado en 1997 como trastorno mental en EE. UU., afecta a cerca de un 2% de la población. Tiende a circular dentro de algunas familias y es especialmente común en personas con trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Quien lo padece siente a menudo vergüenza de sí mismo, depresión y ansiedad, y vive angustiado tratando de ocultar su “grave defecto”. Algunos pueden exhibir una severa conducta evasiva (no salir del hogar, camuflarse en público o no mirarse al espejo).
El 30% de las personas con TDC sufren también trastornos alimentarios, como la anorexia, también vinculada a una percepción distorsionada de la propia imagen. Aunque se halla con igual frecuencia en hombres y mujeres, a menudo los primeros sufren una versión particular de la enfermedad conocida como dismorfofobia muscular. Al verse a sí mismos débiles y en baja forma, recurren al entrenamiento físico extremo y al uso de sustancias esteroides.
De forma primordial, las personas que padecen este trastorno dismórfico centran su obsesión en la cara, el cuerpo y el olor corporal, aunque no es raro que afecte a cualquier parte del organismo. Los pacientes recurren a menudo a la cirugía plástica, a veces en repetidas ocasiones, para cambiar la percepción de este defecto. El problema es que, dado que la condición es principalmente psicológica, estos procedimientos no acostumbran a ayudar, más bien al contrario, agravan los síntomas anteriores. Ahora, un grupo de investigadores de la Universidad surafricana de Stellenbosch ha publicado en “The Cochrane Library” una revisión que tratar de hallar el verdadero valor de la psicoterapia en el tratamiento de la enfermedad.
Psicoterapia y medicamentos
Los investigadores analizaron en total cinco estudios, dos sobre farmacoterapia y tres sobre psicoterapia. En el primer tipo se hicieron exámenes comparativos entre distintos medicamentos y llegaron a la conclusión que algunos de ellos, sobre todo Prozac y Anafranil, mejoraban de manera significativa los síntomas del trastorno. En dos de los tres estudios psicoterapéuticos, los investigadores compararon la evolución de los pacientes durante 12 semanas de terapia cognitivo-conductual con un grupo control que no recibió este tratamiento.
Ambos estudios mostraron mejoras significativas en los síntomas de los pacientes tratados. En uno de estos dos estudios se realizó un seguimiento posterior de cinco meses, en los que se detectó que esta mejoría se conservaba en la mayoría de los participantes. Según Jonathan Ipser, uno de los investigadores, “estos resultados constatan la importancia de la psicoterapia en la prevención de la remisión del TDC”.
El tercer estudio psicoterapéutico observó el efecto de seis meses de psicoterapia seguida de otro medio año de curso de terapia de conducta. Si bien los síntomas generales de los que recibieron el curso no fueron diferentes entre los dos grupos, sí que se detectaron reducciones significativas en la ansiedad y la depresión en aquellas personas en tratamiento de mantenimiento, pero no en las que participaron en el curso. “La revisión refuerza la idea del valor de la psicoterapia, junto con medicamentos, para tratar a personas con trastornos psiquiátricos”, asegura Eric Plakun, de la American Psychiatric Association, a propósito del estudio.
También neuronal
Una investigación de 2008, llevada a cabo en la Universidad de California (EE.UU.) mediante visualización por escáner cerebral, ponía de manifiesto que el cerebro de las personas con trastorno dismórfico corporal, aunque en principio parece que tenga una estructura normal, no lo es en el momento de procesar los detalles visuales. Era la primera investigación que trataba de mostrar una razón biológica a esta visión tan distorsionada del propio cuerpo. Según los científicos, el “disco duro” o “hardware” de las personas con TDC funciona correctamente, pero hay fallos en el soporte lógico o “software”, que impide que los pacientes puedan verse con los criterios con los que lo hacen otros.
Concretamente, los pacientes con este trastorno parecen utilizar más a menudo su hemisferio cerebral izquierdo, es decir, la parte analítica, la mejor preparada para procesar detalles complejos. Los resultados sugirieron a los investigadores, por tanto, que los cerebros con TDC están programados para extraer los detalles e incluso “completarlos” donde no existen. Esta causa física abría la puerta a nuevas maneras de “entrenar” a los cerebros de estos pacientes para que puedan aprender, en el futuro, a percibir sus rostros de modo más fidedigno.
Relación con el TOC
La nueva revisión surafricana sugiere, según los expertos, que los clínicos están identificando de manera correcta el TDC con el trastorno obsesivo compulsivo, TOC, puesto que parece que este segundo también responde mejor a terapias combinadas de medicamento y tratamiento psicoterapéutico. No es la primera vez que se relacionan ambas enfermedades. En algún estudio ya se había considerado el TDC como un tipo de TOC, pero aún son necesarias más investigaciones.
Un artículo publicado en la revista “European Psychiatry” ya apuntaba la posibilidad de esta dependencia, sin embargo, remarcaba que el TDC parece también estar relacionado con la fobia social y los trastornos del estado del ánimo, alimentarios y del control de los impulsos. De todas maneras, los investigadores de la Universidad de Stellenbosch quieren centrarse ahora en futuros estudios que se focalicen en los adolescentes. Es en esta franja de edad cuando a menudo aparece por primera vez el trastorno. Quieren, además, examinar otros medicamentos más recientes (no usados en este estudio) y otros tipos de psicoterapia.
Fuente: consumer.es