La justicia laboral cumple por estas horas con un oficio en el que se trata de constatar que el Laboratorio Apolo produjo medicamentos bajo el nombre de un director técnico farmacéutico que ya no trabaja en la compañía. La medida emanada desde los tribunales provinciales llegó después de la denuncia de Gabriel Ceballos, el profesional que se dió por despedido ante la falta del cumplimiento de su sueldo por parte de los directivos de la firma que siguieron fabricando stock invocando al especialista por lo menos por un año más.
Los oficiales de justicia ocupaban este mediodía las instalaciones de Alem al 2900, la sede de la empresa que desde que dejó de operar en abril de este año, permanece tomada por su personal. La medida busca dar con documentación que certifique lo declarado por Ceballos, que después de dejar la dirección técnica en febrero de 2011, constató que los dueños del laboratorio siguieron desarrollando productos medicinales bajo la supuesta fiscalización del farmacéutico, cuando en realidad ya no ocupaba ese puesto.
“Estuve hasta febrero de 2011 en la dirección técnica de la empresa, después pasé a otro área, pero siguieron poniéndome a mi como hombre a cargo de evaluar todos los productos, cuando ya no hacía esa actividad. Los intimé varias veces y fundamentando problemas de presupuesto seguían con dicho accionar ilegal”, relató a punto biz el propio Ceballos, el farmacéutico que al poco tiempo se dió por despedido, ya que no le abonaban el sueldo. La denuncia la realizó oportunamente a través de su abogada y es la justicia laboral es la que ahora tomó la decisión de encarar el allanamiento para probar las operaciones ilícitas.
Apolo es el laboratorio que durante años elaboró, fraccionó y envasó medicinas inyectables, soluciones parenterales y sachets de suero que se comercializaban en todo el país. Nucleaba a más de 120 personas y dejó de producir el 26 de abril de este año. En aquel momento, parte del plantel de empleados decidió tomar algunos sectores de la planta de barrio Tablada en Alem 2967. Desde allí, los ex trabajadores intentan formar una cooperativa para conseguir la posesión formal del inmueble y continuar con el desarrollo de los productos farmacéuticos.